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lunes, 10 de julio de 2006

Digestión


Cada vez desconfío más de la cocina, la cultura y los viajes preparados. Cualquier acto cognitivo supone un encuentro. Y tal encuentro, dependiendo del tipo de estructura de consciencia que esté operando, funde, enfrenta ó integra a los elementos que en él participan. Ya sea una fusión indiferenciada con el medio, una alineación sujeto/objeto ó una integración participativa, dicho encuentro requiere un cierto proceso de trabajo psíquico. La cultura preparada presupone un desembolso dinerario a cambio de una “digestión” previa. El resultado de tal proceso de digestión no contiene alimento alguno. Simplemente da la sensación de saciedad, como esas fibras alimentarias que se utilizan para adelgazar. El trabajo psíquico es absolutamente ineludible si queremos extraer una experiencia del hecho. Y si no queremos extraer ninguna experiencia ¿Para qué embarcarse en el hecho? Recuerdo cuando se efectuaron los primeros ‘arreglos pop’ de temas musicales clásicos. Se enarbolaba entonces la bandera del acercamiento a las masas. Lo triste es que los ‘arreglistas’ consideraban que el corazón de la obra que ‘arreglaban’ era una melodía a la que, en ocasiones, expoliaban de sus rasgos más distintivos para ocultar su personalidad bajo una máscara gris. Así, el famoso ‘arreglo’ del tema de la IX sinfonía beethoveniana, que eliminaba la característica síncopa (o bien el arreglista no la entendió, ó creyó que era demasiado complicada para 'las masas’). En este caso el pertrecho fue doble, porque el poema schilleriano fue totalmente desfigurado para poder dar cabida a la moda cumbayá de aquel momento. La mejor manera de promocionar, en este caso la música, es programarla y esperar a que enganche a un sector del público. Alternando, claro está, obras de más fácil comprensión con obras de más vasto alcance. Lo que nunca puede salir bien es la versión ‘Reader’s Digest’ de Finnegan's wake.

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