¿Por qué tan a menudo los que poseen más dones para parir nuevos mundos muestran tan poca capacidad de adaptación a su entorno? El motivo debe de ser el mismo por el que los individuos que se sienten aliviados cuando el rebaño los acoge rara vez presentan capacidades que les impelan a ir más allá del mismo. En el mejor de los casos, los primeros individuos acaban llevando al rebaño hacia nuevos pastos. Ahora bien, muchas escuelas psicológicas muestran que la situación de equilibrio psíquico, o sea, de satisfacción ó, digamos, de felicidad, se asume cuando se logra plenamente la integración en el grupo. Ello parece estar de acuerdo con la asunción popular de que los genios son unos seres muy desgraciados. Tanto si se trata de artistas como de científicos ó pensadores. Como en la mayor parte de asunciones populares, existe aquí un cierto fondo de consistencia, pero absolutamente matizable. Existen individuos superdotados que llegan, en vida, a ser considerados como tales y a ejercer una influencia sobre la sociedad. Existen otros, por el contrario, que sólo son reconocidos post mortem ó incluso nunca llegan a serlo. En ocasiones, los nuevos prados vislumbrados caen en el olvido, y sólo son reconocidos cuando, mucho más tarde, vuelven a aparecer a través de la intuición de otro individuo. Ya que los prados, más que ser descubiertos, son generados. O mejor aún, paridos, término que posee menos connotaciones mentales. Porque el hecho se puede presentar en el ámbito de cualquier estructura de conocimiento (la más alta reconocida por el grupo ó superior).
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