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miércoles, 29 de agosto de 2007

Residuos junguianos de nuevo


¿Cómo afecta el paso del tiempo a los hallazgos y realizaciones artísticas, científicas o religiosas de un período? Es evidente que, al llegar a cierto punto, todo envejece. El margen de tiempo para que esto empiece a suceder depende tanto de los ámbitos socioculturales en que nos movamos como en la capacidad de permanencia de la propia obra. Dejando a un lado las obras de arte, las religiones o los constructos científicos que ya nacen muertos y teniendo en cuenta solamente los que resultan válidos durante un período de tiempo razonablemente largo podemos considerar que estas realizaciones están cargadas de energía psíquica capaz de interaccionar y mover la conciencia de generaciones y generaciones. ¿Dónde se sitúa esta energía psíquica cuando esto deja de suceder? Cuando observamos restos de antiguas civilizaciones se percibe a menudo la presencia de fuertes contenidos que se nos aparecen como simbólicos y que no experimentamos como energía psíquica ‘inside the paradigm’ -es decir, que, interaccionando con el inconsciente, lleguen a mover nuestra conciencia-, sino más bien como si interaccionaran con regiones más profundas del inconsciente.

lunes, 27 de agosto de 2007

Presentaciones


Creo que vale la pena echar una ojeada al artículo aparecido en 2003 en el New York Times en el que se comenta y ejemplifica de forma impactante el excesivo culto que se dispensa actualmente a una herramienta informática como PowerPoint. Existe todavía un atavismo según el cual tenemos gran tendencia a otorgar a la letra impresa (o bellamente dispuesta, como en las presentaciones de PowerPoint realizadas por especialistas en el tema) el valor de la certeza casi absoluta. El problema con PowerPoint es que se utiliza en numerosísimas ocasiones para realizar presentaciones sobre temas que pueden ser muy complejos a grupos de decisión que no conocen los mínimos entresijos de dichos temas. Por lo que es muy fácil vender gato por liebre, minimizando problemas/riesgos y ensalzando a la vez ventajas/seguridades. El resultado puede ser una decisión grave tomada a la ligera, a la luz de una simple diapositiva con cuatro simples –o, mejor, simplistas- guiones. El origen del problema, sin embargo, también es complejo. Al referido atavismo se unen la creciente incapacidad de los líderes y la tendencia a ver el mundo a través de un esquema fijo. Esta tendencia se ve reforzada si nos obstinamos en seguir utilizando la herramienta informática únicamente para imbecilizarnos, tal como apunta el comentarista.

viernes, 24 de agosto de 2007

Provisionalidad


Nuestras posibilidades tecnológicas, aparentemente, han aumentado en los últimos decenios de forma exponencial. Somos capaces de construir edificios, líneas férreas, autopistas ó puentes en tiempos récord. Sin embargo, los edificios pierden cuando menos su recubrimiento, las autopistas se agrietan, los adoquines de las calzadas están sueltos....También somos capaces de encoger los dispositivos electrónicos hasta límites hace poco insospechados, de digitalizar cualquier tipo de información ó de comunicarnos desde cualquier lugar con cualquier otro lugar. Sin embargo, somos incapaces de hacer que tales dispositivos duren más allá de su primera amenaza de fallo, momento en que nos deshacemos de ellos y los substituimos alegremente por otros mientras proclamamos nuestra total adhesión a la idea de sostenibilidad. Además, en cada nuevo ciclo tales dispositivos muestran una apariencia progresivamente menos sólida y más frágil.
Toda esta carestía en lo permanente es reflejo del momento en que vivimos. No estamos precisamente en un período floreciente de la civilización. Nos hallamos más bien en un período de cambio. Los restos arqueológicos que nos han llegado provenientes de antiguas civilizaciones correspondían a períodos florecientes. Los períodos de cambio necesitan de toda su energía para mantener y sostener tal cambio. No les sobra nada para dejar un legado de futuro lejano con ciertas posibilidades de permanencia. Todo aparece teñido de provisionalidad.

viernes, 3 de agosto de 2007

...uno de mis temas recurrentes favoritos...


En numerosas ocasiones en las que se pretende acotar la consideración de la racionalidad más absoluta en cuanto a visión de la realidad, el hecho es percibido desde los rincones más convencionales del sistema –es decir, por un buen 85 % de él-, como una concesión al sentimentalismo, a un cierto retorno a la naturaleza, o, simplemente, a la irracionalidad. Es decir, un poco como un retorno al romanticismo, al mito del buen salvaje ó a las bacanales romanas. Entonces, de manera casi automática, surgen las consiguientes dualidades: sentimiento/razón, naturaleza/cultura, ó bien apolíneo/dionisiaco….En el fondo, lo único que se hace es identificar la racionalidad con la totalidad de la realidad, ó como la única manera posible de percibirla. Entonces ó bien te hallas dentro ó bien te hallas fuera de esa estructura única. Todo se simplifica cuando se deja de considerar la racionalidad como la forma verdadera de percibir el mundo. Pero no porque otras formas alternativas también puedan ser verdaderas –la visión post-moderna- sino porque todas esas formas siguen una cadena que resulta de la evolución de nuestras percepciones/constructos y la racionalidad resulta ser únicamente un paso más de la cadena, y no el nec plus ultra en cuanto a estructura de conocimiento. Es el viejo tema de la transparencia en la percepción. Cuando la estructura racional, ya en su fase puramente defectiva, está más que agotada y no se hace otra cosa que dar vueltas entorno a ella lo que hay que hacer es abrirse al siguiente eslabón de la cadena y no aferrarse al eslabón agotado.

jueves, 2 de agosto de 2007

Más sincronicidades


La desaparición, con pocas horas de diferencia, de dos cineastas tan significativos como Bergman y Antonioni ha vuelto a ejemplificar el fenómeno de constelación que Jung denominaba sincronicidad –y definía como coincidencia en el tiempo de fenómenos significativamente unidos pero sin relación causal mutua- y que todos, en mayor ó menor grado, hemos experimentado en más de una ocasión a lo largo de la vida. Parece como si se entrara en un campo de acción determinado que une así los hechos significativos. Cuando el pensamiento racional, centrado en la causalidad, es incapaz de encajar este tipo de fenómenos, recurre al concepto comodín de la casualidad y descarga así cualquier pequeña sombra de duda. La historia está repleta de este tipo de “casualidades”: Bach y Haendel, los mayores compositores barrocos, nacieron en 1685; Wagner y Verdi, los mayores operistas del XIX, nacieron en 1813….Tanto Bergman como Antonioni hablaron de las crisis, especialmente de las individuales el sueco y de las colectivas el italiano. Ambos trataron sobre el silencio; el silencio de Dios el de Uppsala y el silencio de los humanos en la era industrial el de Ferrara. Ambos fueron autores de culto en una época en que buena parte del cine de autor quedaba relegado a las salas llamadas “de arte y ensayo”. Me quedo, para mi uso personal, con buena parte de la obra del escandinavo (especialmente con Fresas salvajes, Persona, Sonata de Otoño) y con una parte menor de la obra del romañés (Le Amiche, L’Avventura, Blow-up). Pero esto son sólo gustos personales.