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domingo, 13 de diciembre de 2009

Siglas














Una indicación callejera con su correspondiente flecha me indica la dirección del IMPO y del CPO. En el trabajo me inundan de mails con la cabecera fyi y las apostillas tbd, afak y otras lindezas. Cuando navego por la red los aka y lol son cada vez más frecuentes... Las siglas no son otra cosa que códigos pero un mundo de siglas es mucho menos que un mundo de códigos. Acaba siendo un mundo monocodificado ó, lo que es lo mismo, un mundo plano. Globalización implica mezcla de lenguajes pero no reducción de conceptos y matices. No estoy en contra de la creación y empleo de barbarismos mientras conduzcan a conceptos nuevos. Lo que me sí me parece más pernicioso es el empleo indiscriminado de false friends ó palabras similares con significados diferentes según la lengua. El idioma castellano está repleto de false friends ingleses (asimismo sucede a la inversa) que en ocasiones tienen una relación de significado casi opuesto. Todo el mundo da por sentado que actually no significa lo mismo que actualmente y sin embargo, el uso de evidencia (“obviousness”) por evidence (“prueba”) o de crime (delito) por crimen es cada vez más generalizado. Los lugares comunes tomados como piezas sobre las que construir la historia no funcionan, por mucho que el capitalismo postindustrial insista en ello.

1 comentario:

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Carles, me gustaría añadir un matiz a tu acertado post relacionado con la diferente percepción de las siglas entre el mundo anglosajón y el hispanohablante. Los castellanoparlantes tenemos una tendencia innata a identificar los acrónimos como una nueva palabra, como una nueva entidad que tiene sus propios grafismo, fonética y significado. Por eso nos encantan las siglas que forman sílabas, es decir, consonante más vocal para poder leer el acrónimo como una nueva palabra. Tómese como ejemplo humorístico la adaptación de C.I.A. por T.I.A. de los tebeos de Mortadelo y Filemón. Esta tendencia, desde mi punto de vista, añade malignidad al tema de las siglas que actúan como virus que infectan el idioma, no ya de barbarismos, sino de barbaridades.
Sin embargo, los angloparlantes no suelen tener esta tendencia y suelen pronunciar los acrónimos como la secuencia de las palabras que los forman. Así, no se sienten contrariados por la ausencia de vocales en la secuencia de siglas.