Hoy se cumplen cincuenta años del asesinato de John Kennedy, hecho
ampliamente comentado en la prensa, y aun seguido con más fervor que las
noticias de actualidad. Incluso en la última semana se ha publicado una saga de
las andanzas de JFK en su última semana de vida. Es un lugar común muy citado,
en referencia al hecho, que todo el mundo se acuerda de qué estaba haciendo
cuando oyó la noticia (en mi caso, a pesar de que solamente contaba con cinco
años de edad, es absolutamente cierto; estaba haciendo un dibujo). ¿En qué se
basa esta aura aparentemente inalterable con el tiempo? En la suma de dos
efectos, diría: por un lado un magnicidio, perpetrado contra un personaje
tenido por todopoderoso, y por otro el halo de misterio sobre la autoría, el
móvil y las conspiraciones. ¿Cuál es la zona mental que se nutre de este tipo
de temas? Pues la zona generadora/receptora de mitos, la estructura
mitopoiética. Los mitos no son mentiras, ni cuentos (aunque los cuentos suelan
ser mitos) ni exageraciones ni citas glamurosas. Los mitos establecen una
comunicación con zonas arcaicas de nuestra mente a través de la simbología –un código
inconsciente- . De igual manera que la evolución de la especie humana ha ido
añadiendo sobre el cerebro tifónico-reptiliano el cerebro límbico-mamífero y el
neocórtex humano, así esta última estructura física ha ido añadiendo formas de
conocimiento de forma apilada y ha construido sobre la visión mágica del mundo
la visión mítica y sobre ésta la visión mental-racional. Y aun más; de la misma
manera que el córtex límbico no anula el cerebro reptiliano y el neocórtex no
anula al cerebro límbico, nuestras formas mágicas y míticas de ver el mundo no
quedan anuladas, sino que permanecen en una zona inconsciente que no manejamos
a voluntad. Necesitamos nuestras dosis habituales de pensamientos mágico y
mítico, aunque no seamos conscientes de ello. Ejemplos de pensamiento mágico los
tenemos en las supersticiones, desde las numerologías que se manejan con los
billetes de lotería hasta las presencias de gatos negros, desde los piercings y
tatuajes hasta los graffiti que inundan las paredes. El pensamiento mágico
incluso atraviesa sus límites más estrictos y se presenta disfrazado de
racionalidad, como en nuestra extraña relación con utensilios (móviles;
ordenadores) o nuestra propensión extrema a racionalizar y reducir
analíticamente cualquier contingencia (cuando nos basamos de forma extrema en
la racionalidad dejamos de pensar racionalmente y nos dejamos llevar
inadvertidamente por la magia y el mito). Las estrellas del cine son un ejemplo
clásico de pensamiento mítico. Los actores no son mitos, son personas de carne
y hueso. Es nuestra relación con ellos la que está teñida de la esencia del
mito. Les encontramos las mismas características que a los dioses del Olimpo,
los héroes de las leyendas o los personajes de los cómics. La esencia del mito
estriba en la bipolaridad, la reflexión especular de nuestras acciones. La
identificación mágica implica fusión indiferenciada; la identificación mítica
implica el reflejo en la imagen simbólica. La racionalidad acaba con la
identificación y envía el mundo objetivo fuera de nosotros, a un realismo de
mundo externo prefabricado en medio del cual nadamos y observamos. Pero hay
conocimiento postracional que nos vuelve a hacer partícipes del proceso
cognitivo, más allá de todo dualismo. No hace falta decir que necesitamos de la
magia, del mito y de la razón para seguir progresando, de igual manera que
necesitamos respirar, sentir emociones y pensar para poder ir más allá en
nuestra evolución. Volviendo al 22 de noviembre de 1963, ese mismo día falleció
en Los Ángeles Aldous Huxley, verdadero polímata que contribuyó con creces a la
evolución del conocimiento humano. Un último detalle del alcance de la
mitología: en 2010 se subastó el ataúd que había contenido los restos de LHOswald. Un mitómano pagó por él 87.000 $.
2 comentarios:
Fratello,
JFK quizás no sea para mí un mito, quizás su biografía tenga puntos oscuros (adicto al sexo, y a las drogas, entre otras cosas), quizá no sepamos nunca por qué lo mataron, pero cuánta razón tienes cuando dices “necesitamos nuestras dosis habituales de pensamientos mágico y mítico, aunque no seamos conscientes de ello [...] necesitamos de la magia, del mito y de la razón para seguir progresando, de igual manera que necesitamos respirar, sentir emociones y pensar para poder ir más allá en nuestra evolución.” Unas frases muy ciertas para una entrada de blog impecable.
¡Felicidades!,
fp
Fratello,
Gracias una vez más por tus inmerecidos elogios y comentarios. A propósito, algunos actores, por ejemplo, también con reconocidas debilidades humanas, han sido tomados por mitos. No es que su persona se mitifique, sino que determinados aspectos alcanzan a tocar la zona mitopoiética. En el caso de JFK una conjunción de cosas ha hecho que sea un blanco preferido de la mitopoiesis de nuestros días.
fp
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