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viernes, 21 de octubre de 2016

Algoritmos

                       
                 Acabo de leer el monstruosamente largo ensayo del conocido físico Roger Penrose La nueva mente del emperador (1989). La tesis de la obra, anunciada periódicamente a lo largo de la misma, es la constatación del carácter no algorítmico de la mente (humana), lo cual la distingue radicalmente de lo que usualmente entendemos por inteligencia artificial, que sí que en principio sigue instrucciones del tipo máquina de Turing. A lo largo de seis séptimas partes de la obra Penrose despliega complejas disquisiciones –supuestamente escritas para el gran público- alrededor de temas que, como físico y matemático distinguido que es, domina a la perfección: algoritmos y máquinas de Turing, física clásica y relativista, teselaciones, mecánica cuántica, termodinámica y fisiología cerebral. Algunas aproximaciones me han resultado particularmente interesantes (otras tremendamente aburridas). En la última séptima parte de la obra Penrose despliega brevemente su tesis, así como sus ideas sobre la creatividad y el mundo platónico de las ideas,…¡sin referencia significativa aparente hacia todo lo que ha explicado con anterioridad! Debo decir que estoy en un 85% de acuerdo con dichas tesis, pero mi ruta hacia ellas nada tiene que ver con la mecánica cuántica ni con otros modelos físicos. ¿Por qué Penrose acaba su obra invocando la esperanza de que la tesis pueda ser demostrada algún día desde el punto de vista de las ciencias naturales? Un punto de vista muy de los hombres de ciencia británicos. Pienso en los escritos “filosóficos” de Bohr, Heisenberg o Schrödinger. Estaban mucho más basados en la “sabiduría” de sus autores que en sus conocimientos científicos. Y, evidentemente, ninguno de ellos creía en el reduccionismo científico.

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Mi experiencia con los libros de divulgación de Stephen Hawking (Breve historia del tiempo, El Universo en una cáscara de nuez) es parecida a tus seis séptimas partes de la obra de Penrose: no me enteré un pimiento (otro punto a favor de los chicos de márketing, que convierten en best-seller los conceptos físicos más abstractos, como los agujeros de gusano cuánticos, ¡toma castaña!). Ello no impide que me anime a leer a Penrose, lo cual no quita que me des más pistas acerca de lo siguiente: ¿de qué trata el 15% de la tesis del autor que no compartes?
El otro día leí en un periódico las declaraciones de un astrofísico español que decía que los físicos que estudian el universo tienen más tendencia a creer en Dios que los biólogos, por la mera razón de que su objeto de estudio es tan inabarcable en todos los sentidos que les cuesta no concebir la mano de un Creador. Suena a “boutade”, pero quizás estamos ante el motivo oculto que tiene en mente Penrose cuando acaba su obra invocando la esperanza de que la tesis pueda ser demostrada algún día desde el punto de vista de las ciencias naturales: que un biólogo le dé la razón debe ser mucho más difícil que convencer a sus colegas creyentes.
Gracias por compartir tus inquietudes lectoras,

fp

carles p dijo...

Fratello,

Celebro que tengas ganas de leer este libro. No es por desanimar, pero "breve historia del tiempo" parece "mujercitas" comparado con este volumen...
El 15% que no puedo admitir es lo de siempre: el derivado de la visión del realismo ingenuo, biznieto debilitado del cartesianismo, que supone tácitamente que el observador está en una posición divina, privilegiada y absolutamente fija para captar una realidad de la que él mismo cree no formar parte.
Tu astrofísico seguramente lleva bastante razón, aunque lo primero que hay que hacer es definir lo que entiende él por "Dios". Se trata de un concepto tan sumamente abstracto, escurridizo y general como el concepto de "no-Dios". Si "Dios" tiene una componente no desdeñable de proyección es natural que astrofísicos, músicos y alpinistas se sientan más cerca de él.

gracias por tus estimulantes aportaciones

fp