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sábado, 12 de enero de 2008

Amor y Música


¿A dónde van a parar el amor y la música de Bach cuando ya no resuenan? Es una pregunta muy profunda que oí plantear recientemente. Profunda por la riqueza de perspectivas y significados que consteliza, así como la multiplicidad de modelos interpretativos con los que se puede abordar. Lo primero que hay que constatar cuando se analiza la desaparición del amor entre dos personas es el grado de hondura del tal amor que ha existido previamente. Quizás se ha tratado de un enamoramiento muy aparatoso ó apasionado, pero poco sincero ó maduro. El tiempo se suspende para tales enamorados, que creen habitar el nirvana definitivo. Pero es un nirvana decididamente muy limitado. Un grado más maduro de amor se traduce en la comunión de experiencias y de karmas. Es el amor de la complicidad. Aquí el tiempo ha hecho su aparición y delimita un proceso, guiándolo. Un grado aún más profundo de amor, el amor extático de místicos y tántricos, supondría de nuevo la desaparición esta vez parece ser que definitiva del tiempo. En resumen, creo que el amor no aparece y desaparece, sino que somos nosotros los que dejamos de participar, de resonar con el amor, que es algo así como una propiedad fundamental del universo. Respecto a la música de Bach… resulta doloroso pensar que en algún momento de nuestra evolución deje de mover la conciencia. La música de Bach es una realización de la cultura humana y, como tal, se halla sujeta a interpretación. Aunque el mundo se ha globalizado y, a pesar de ello, la música del Cantor de Leipzig sigue resonando firmemente en la conciencia de la multiculturalidad y nos aparece hoy tan ó más fresca que cuando fue escrita, sin embargo, el día –esperemos alejado unos cuantos evos de nosotros- que deje de hacerlo será probablemente olvidada. Aunque es probable que las formas extraterrestres de conciencia sigan de alguna manera apreciándola. Con ello no estoy abogando por la práctica común hoy en día de “tanto vendes, tanto vales”, ni muchísimo menos. El valor de la música de Bach no depende de la consideración que puedan tener sobre ella los circuitos comerciales, caprichosos y equívocos. La polarización del espíritu que las obras de arte articulan a su alrededor hace que cada uno adopte su propia perspectiva y nivel de profundidad. Como reza el encabezamiento del famoso canon de la Musikalisches Opfer, Quaerendo invenietis -quien busque encontrará-.

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