Uno de los numerosos rasgos característicos de nuestro momento es una marcada tendencia al exhibicionismo. Muchos individuos, por dinero, notoriedad ó vete a saber qué, acceden a ser exhibidos públicamente en los mass media que venden tal mercancía bajo el disfraz de experimento psicológico sobre incomunicación y comportamiento. Los happenings que involucran recintos transparentes están a la orden del día. El exhibicionismo se ve favorecido por el boom de las comunicaciones. Bajo este punto de vista también los blogs pueden considerarse afectados por esta tendencia. Los diarios personales han servido durante siglos de espejos interlocutores del alma. En algunas ocasiones especiales, como en el caso de personajes históricos destacados ó testigos históricos excepcionales –Anna Franck-, los diarios acababan siendo póstumamente publicados. El pudor acostumbraba a impedir la publicación en vida. Un blog puede ser más que un simple diario, pero en la mayoría de los casos y sea cual sea su etiología, exhibe un paralelismo vital con su autor, que de esta manera saca públicamente a coletear sus vivencias, fantasías, ideas, obsesiones, deseos, creaciones ó frustraciones. Incluso en el terreno artístico, en el que por tradición se supone un cierto grado de exposición pública, la tendencia se hace ver. No en el sentido de los artistas románticos, que exhibían –y exhiben- su vida personal a fuerza de volcarla en sus creaciones. Me refiero, por ejemplo, al consejo de Philip Glass al espectador de su Einstein on the Beach conminándolo a salir durante la función a tomar un café y observando, a su regreso, que en el escenario todo sigue igual, con el consiguiente aumento de la sensación de voyeur de un fondo neutro y atemático. La voluntad de exhibición tiene uno de sus orígenes más evidentes en la pulsión narcisista, consciente ó no, que busca a toda costa la atención y admiración del prójimo. Pero no es éste su único origen. El atrincheramiento de la racionalidad, el auge de la despersonalización, la pérdida de un suelo común, conllevan a su vez la incomunicación, fuente de locuacidad como pocas. Como apuntaba un post hace unos meses, cada vez se escribe más para ser leído por menos gente.
2 comentarios:
uffff
este tema me apasiona.
llevo escribiendo poemas y prosa desde los 14 años. básicamnt ha sido una necesidad de expulsar mis demonios, de evadirme de una familia y una situación muy compleja, de aprender de mí mismo, de verbalizar mis deseos o fobias. también de comunicarme con otras personas de forma íntima.
pero he sufrido fases de narcisismo, de egolatría, sobre todo en mi adolescencia y, por lo tanto, conflictos con mis iguales por eso.
leo filosofía oriental, la supresión del ego, pero creo q es un error, no se puede suprimir el ego. otra cosa es diferenciar entre ego y egolatría. pero ego, tenemos todos, no sólo los artistas. curiosamente me he encontrado carniceros, taxistas, conserjes, con un ego terrible, más q muchos artistas.
el caso es q, frenado por esos momentos de ego, llevo muchos años con un gran complejo a la hora de mostrar lo q hago. no es lo mejor, ni lo peor, es sólo mi trabajo, para quien quiera verlo, pero tengo miedo a q me tachen de ególatra.
tengo un psiquiatra q no le da mucha importancia a este tema pero a mí me obsesiona. me jode q amigos poetas o amigas me digan: tienes mucho afán de ser el centro de atención.
y en ocasiones ha sido así, pero ya no lo es. simplemente observo la pasividad del resto y si alguien no da un paso, los demás no lo siguen. y si nadie camina, nadie aprende. así soy el idiota q siempre da el primer paso. y claro, desde la pasividad, es muy fácil criticar a quien trata de avanzar. muchas veces hablo en público sólo para animar a otros a compartir sus opiniones y así ganamos muchos más todos.
¿qué puedes decirme al respecto? tu opinión sería de mucho valor para mí.
un abrazo.
Hola Agustín,
Me hace ilusión que creas que mi opinión puede serte útil. Es un halago que puede llegar a sobreestimular mi ego, aunque sepa que básicamente lo único que puedo hacer es de espejo reflector de tu propio interior. Conviene distinguir entre narcisismo, ego y autoestima. La pulsión narcisista tiene un origen profundo y un desarrollo frecuentemente regresivo. El ego no es más que una excusa que nos inventamos para así evitar enfrentarnos con nuestras certezas semiinconscientes. La autoestima es el resultado de la transformación del ego en algo realmente útil y positivo. El ego no se elimina, se transforma (http://tcmetacorner.blogspot.com/2007/01/ttulos.html). Pregúntate si tu complejo de mostrar lo que haces atiende a una inseguridad en ti mismo o bien a un narcisismo que busca el halago a toda costa. Si lo que te preocupa de verdad son las reacciones del prójimo, recuerda la frase de Cocteau: “lo que los demás te retraen, cultívalo, porque eso eres tú”. Cuando vas por la calle y tienes prisa notas cómo la masa de transeúntes te impide avanzar más rápido. Cuando no la tienes y tratas de pasear tranquilamente, esa misma masa te impele hacia delante. En resumidas cuentas, cuesta nadar a contracorriente. Pero tiene sus recompensas.
Espero francamente poderte ayudar con mi deslavazada prosa.
Un abrazo
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