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miércoles, 26 de abril de 2006

Intercambio de experiencias


Arte “culto” y arte popular. Tema en ocasiones complejo y mal entendido. No se trata de términos antagónicos, más bien se refieren a aspectos irreducibles. Lo contrario de arte “culto” es arte “inculto” y lo contrario de arte popular es arte impopular. Existen, por tanto, las cuatro posibles combinaciones. En numerosas ocasiones se comete el error categorial de contraponer estos términos o, simplemente, de confundirlos ó de creer que el arte popular es la consecuencia “actual” del arte culto. En todas las épocas y culturas ha existido una avanzadilla de personas cuyo sentir, cuya perspectiva vital ha ido por delante de la del grupo. Desde los maestros espirituales hasta los visionarios, artistas, filósofos, científicos, educadores. Incluso los empresarios, pasteleros ó deportistas han contado en sus filas con tales individuos. Ello explica sin duda, en parte, uno de los hechos por lo que el arte “culto” de una época concreta no resulta, en ocasiones, popular. La distancia a salvar depende, en gran medida, de la época considerada. En una época en la que predominen las fuerzas que contribuyen a la estabilidad de ciertas estructuras de la conciencia/percepción la distancia a salvar será menor que en otra época en la que predominen las fuerzas que contribuyen a la desintegración de tales estructuras. La distancia entre música “culta” y música popular en, pongamos por caso, 1790, era mucho menor que en, pongamos por caso, 1955. La música “culta” generada en 1955 es mucho menos “popular” que la generada en 1790. Personalmente, creo que faltan muchos años de evolución para que Le Marteau sans Maître pueda llegar a ser tan popular como Die Zauberflöte (suponiendo que ambas piezas contengan parecidas dosis de universalidad, que éste es otro tema). En otras épocas aparecen aproximaciones y la distancia a salvar se hace más pequeña debido a contingencias externas que hacen que la influencia crezca (sobre todo, del arte popular hacia el culto). En los años de la primera postguerra mundial, la música “culta” sufrió una influencia considerable del mundo del jazz. Y es que el mundo de la música bailable de los felices años veinte tenía bastante que compartir con la música de concierto de la época: el afán por liberarse del S XIX. Aunque esta influencia puede considerarse una tradición: cuando compuso su Ragtime (1919), Stravinsky dijo seguir la misma tradición que había utilizado el minué, el vals ó la mazurca en la categoría de música de concierto. El tema de la influencia del arte popular en el arte culto ha dado lugar a innumerables estudios y reflexiones. Pero una parte de los hallazgos de las avanzadillas a que me refería hace un rato también han acabado sufriendo su incorporación en los anales del arte popular. Arte “culto” y arte popular: categorías irreductibles en continuo intercambio de experiencias.

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