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lunes, 24 de abril de 2006

Karma


Cuando efectuamos un cruce de diferentes niveles conceptuales pueden aparecer cualidades que no existen exactamente como tales en ninguno de los dos niveles. Se trata de falsas emergencias que no se corresponden con ninguno de los dos niveles pero que aparecen cuando aplicamos conceptos de un nivel a objetos del otro. Por ejemplo, el concepto de destino (en sus variantes más diversas, desde la fatalidad de los griegos a la predestinación luterana) emerge de la aplicación de una intuición proveniente de estratos profundos de nuestra conciencia, a nuestro quehacer habitual. Esta intuición se halla entonces alimentada por ciertos datos empíricos que rompen radicalmente con el paradigma que inconscientemente aplicamos a este quehacer nuestro habitual. Siguiendo con el ejemplo anterior, el concepto de karma, que puede parecer paralelo al de destino, se halla perfectamente integrado en el seno del paradigma que lo engendró. El karma para el oriental no tiene nada que ver con el destino para el occidental. Se corresponde con la estructura profunda que antecede al tiempo. Ello también incluye las potencialidades, no solamente las realizaciones. No va asociado a inquietud, rebeldía ó deseo de huida –elementos situados dentro del tiempo- sino a camino ó desarrollo en el espacio/tiempo de una realidad más profunda que se incorpora así a nuestra conciencia, ampliándola.

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