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viernes, 23 de junio de 2006
Más dualidades cartesianas
Hace bastantes años, en mi adolescencia, recuerdo que abundaban lo que el compositor Arthur Honegger llamaba, graciosamente, grosses dames poétiques. Cuando una niña (o bien un niño) que tocaba el piano era sometido a su juicio, solían decir: “tiene una buena técnica, pero le falta sentimiento”. Como esta respuesta era bastante común entonces (y ahora quizás también), llegué a pensar que se trataba simplemente de un cliché más. Ahora creo que esta dicotomía refleja fielmente el dualismo inherente a la cosmovisión comúnmente aceptada en la actualidad. ¿Qué se entiende por técnica y qué por sentimiento? Quizás estos conceptos se entiendan como elementos complementarios: la técnica permite la buena activación de un mecanismo y el sentimiento se dedica a dotar a este mecanismo de un alma. Como el trazo del dibujo y el color aplicado sobre este trazo. Es una faceta más del modelo cartesiano de dualidad mente/materia. De lo que quizá estos adolescentes aprendices de pianista adolecían era de una psicomotricidad lo suficientemente desarrollada unida a una madurez interpretativa muy limitada, fenómeno común en edades tempranas. La interpretación de la música –hoy día existe cierto consenso al respecto- pasa por ser la reproducción externa de una imagen que hemos formado previamente en nuestro interior. Así un gran intérprete no es aquel que dispone de un gran “mecanismo” unido a una capacidad de expresar “sentimientos” sino más bien el que posee una gran fuerza interior que sea capaz de manifestarse en el dominio objetivo/intersubjetivo.
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