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miércoles, 7 de junio de 2006
Eclecticismo minimalista
Recientemente un conocido me pidió la opinión –sobre la base de que yo había oído más música que él- acerca de una serie de composiciones musicales que él había escrito. Se trataba de células muy simples, del estilo de las que aparecen en algunos spots publicitarios. Básicamente cuatro acordes tonales, con alguna sucesión de ellos no contemplada en la armonía más clásica –aunque común ya en la música escrita hace más de cien años-. En un esfuerzo imaginativo, le comenté que su música se inscribía en el llamado “eclecticismo minimalista”, afirmación que lo hizo muy feliz. Mientras escuchaba las composiciones me hice toda una serie de reflexiones. El fenómeno que intento describir es un clásico de la postmodernidad; a saber, el ponerse a crear en un campo sin conocer los hallazgos previos en él. Ello es muy útil para echar por la borda un paradigma y comenzar uno nuevo. El problema es que a los que sí conozcan los hallazgos anteriores, buena parte del conjunto les sonará al “descubrimiento de la sopa de ajo”. Si trasladamos el tema de lo que es la composición en sí a los efectos terapéuticos que la actividad compositiva pueda ejercer sobre el sujeto nos movemos ya en otro ámbito, el puramente subjetivo. Creo que buena parte de las coordenadas del arte se mueven más bien en el ámbito intersubjetivo. Y ésta es precisamente la parte más perniciosa de la postmodernidad. Se dirá enseguida que cada uno tiene su baremo, sus valores y sus referentes, por lo que la valía en sí del objeto creado es la misma sea cual sea el resultado obtenido; cada creación tiene la misma valía subjetiva. Pero los referentes y la experiencia de un especialista en algún tema no son los mismos que los de uno que se acerca ocasionalmente a él. Difícilmente –aunque no es imposible- alguien con una mínima experiencia musical podrá sostener que el conjunto de la música de Ludwig Spohr posee más calidad que la de su contemporáneo y tocayo Beethoven. Y no estoy hablando de un mundo objetivo platónico sino de un espacio que se define intersubjetivamente.
Apropos, observo que puedo volver a incluir material gráfico en mis entradas; espero recuperar también el tono mental necesario para mantener vivo el blog.
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