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jueves, 21 de septiembre de 2006

Meteorología


Si juzgamos los volúmenes de audiencia televisiva por la cantidad de dinero invertida en publicidad no cabe duda de que en los últimos tiempos el parte meteorológico se ha erigido como el rey de los informativos. ¿En dónde radica el foco del interés que la meteorología está suscitando? Hay que destacar que, a diferencia del resto de las noticias, en donde se nos ofrece una más o menos digerida (ó dirigida) crónica de lo acaecido, la información meteorológica consta, además de la sección equivalente (el “parte”), de una sección de futuribles (el “pronóstico”). Se intenta pronosticar, además, acerca de uno de los fenómenos naturales más caprichosos que existen. Pese a sofisticados modelos matemáticos basados en la teoría del caos ó satélites que envían periódicamente fotografías de la superficie terrestre, el pronóstico de los meteorólogos se halla sometido a un alto grado de incertitud. Ello destapa muchos instintos que se apartan de la pura racionalidad media (por ejemplo, el sentido de la apuesta, con su faroleo incluido). El parte meteorológico también tiene algún componente de predicción sincronística: en vez de mirar las entrañas de un pescado ó el poso de una taza de té se mira la posición y alcance de los fenómenos atmosféricos, siguiéndose además su progresión temporal. Estos métodos, se me dirá, están basados en modelos mesurables objetivamente mediante técnicas derivadas de la física y las matemáticas, ó sea en modelos científicos. Ciertamente están basados en tales modelos, pero sometidos al efecto mariposa; luego largamente imprevisibles por lo que hace a reducidas extensiones de terreno. Cuando, al acabar la guerra, el gremio de meteorólogos, reclamando una parte de la gloria de los vencedores, comunicó a Churchill que sus pronósticos habían dado en el blanco en el 40 % de las ocasiones, el político se apresuró a puntualizar: O sea, que han fallado en el restante 60 %....

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