El ganador y el perdedor son los consecuentes lógicos del luchador. Ambos comparten mucho más de lo puede parecer a primera vista. Son el fruto de un proceso por el cual el uno asume sus expectativas y el otro no las asume. ¿El resultado? Uno se siente realizado y el otro no. Pero esta realización suele ser parcial, y tanto el uno como el otro se vuelven a enfrascar en un proceso de lucha por el siguiente objetivo. Cuando un ganador repite sus triunfos ó un perdedor sus derrotas con asiduidad acaban configurando un ropaje que los sitúa de manera supuestamente fija en una categoría vital.
John Cage, convertido al budismo bastante antes de la eclosión New Age, explicaba a menudo una historia en la que un grupo de monjes cristianos y budistas viajaba y debía de cruzar un río. Los monjes cristianos ya tenían el agua en el cuello cuando los budistas les advirtieron: -¿Dónde vais? ¡Pero si unos metros más allá el río se puede vadear!
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