Vistas de página en total

domingo, 11 de noviembre de 2007

Singularidades


Decía Chaplin (ó Jean Renoir, ahora no lo recuerdo bien) que a lo largo de la vida de una persona solamente suceden unas pocos hechos notables que siempre se repiten y el resto de ella viene constituido por variaciones de los mismos. Este organicismo de la experiencia vital tiene una doble lectura. Por un lado, la autopercepción de la trayectoria de la vida, que viene mediatizada por nuestra matriz personal: llevamos constantemente puestas unas gafas de unos determinados colores que nos tiñen la propia percepción. El desprendimiento –siquiera parcial y momentáneo- de estas gafas requiere un esfuerzo al que difícilmente se hace frente cotidianamente. Ello nos impele, a menudo inconscientemente, a sobrevalorar los hechos que más significativamente se expresan en la matriz y por el mismo mecanismo, a infravalorar los que no están tan expresados. Pero por otro lado también parecen existir constelaciones de acontecimientos no autoprovocados –al menos, conscientemente- que pueblan nuestras vidas. Se habla entonces de destino, sincronicidad, tendencia. Los que han estado a punto de abandonar esta vida pero han regresado a ella refieren a menudo la famosa experiencia en la que se revive la propia existencia en su totalidad pero en lo que parece ser una fracción de tiempo minúscula. Es una experiencia holística y transtemporal en la que la parte y el todo se confunden. La matriz de constelaciones-tendencias vendría representada por el tema astral (que no deja de ser una representación de unos parámetros fractálicos que se desarrollan en el tiempo), el objeto de estudio de la quiromancia y otras manifestaciones similares conocidas desde épocas pre-mentales y denostadas por la hubris de la época racional.

No hay comentarios: