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martes, 26 de septiembre de 2006
Autoridad
La autoridad se halla en crisis. Es una crisis paralela a la de los modelos sociales, de conocimiento ó de percepción vigentes. La autoridad paterna ha sido vendida, no por un plato de lentejas sino por mil y un cachivaches con que satisfacer temporalmente los erráticos deseos de la gentecilla en época formativa. La autoridad representada por los maestros se halla tan degradada que en algunos casos es difícilmente reconocible. Las autoridades política y religiosa son fuertemente cuestionadas ó rebatidas. En un mundo que está girando y se está poniendo patas arriba es lógico que la autoridad, en general, se mire con un aire muy sospechoso. En ocasiones es difícil, sin embargo, distinguir entre los elementos que nos rodean en medio de tal torbellino. En tal estado de cosas, los errores categoriales pueden hacer su aparición con mucha facilidad. Existe cierto tipo de autoridad, por ejemplo, que no tan sólo no ha desaparecido, sino que se ha reforzado. Es la autoridad de la Ciencia. La autoridad del especialista es una de las pocas que no se cuestionan hoy en día (sobretodo cuando el especialista lo es en un tema que la mayoría desconoce). Hasta en los spots publicitarios se nos refuerza la bondad de tal ó cual producto con la aseveración de que está científicamente comprobado. Es la misma historia que la de los papas renacentistas repartiendo indulgencias a aquellos fieles que contribuyeran con sus óbolos al sufragio de construcciones suntuarias. Entonces te aseguraban nada menos que el cielo, ahora tan sólo se te asegura un efímero beneficio para tu salud. Y es que la inflación, con tantos años, se nota.
jueves, 21 de septiembre de 2006
Meteorología
Si juzgamos los volúmenes de audiencia televisiva por la cantidad de dinero invertida en publicidad no cabe duda de que en los últimos tiempos el parte meteorológico se ha erigido como el rey de los informativos. ¿En dónde radica el foco del interés que la meteorología está suscitando? Hay que destacar que, a diferencia del resto de las noticias, en donde se nos ofrece una más o menos digerida (ó dirigida) crónica de lo acaecido, la información meteorológica consta, además de la sección equivalente (el “parte”), de una sección de futuribles (el “pronóstico”). Se intenta pronosticar, además, acerca de uno de los fenómenos naturales más caprichosos que existen. Pese a sofisticados modelos matemáticos basados en la teoría del caos ó satélites que envían periódicamente fotografías de la superficie terrestre, el pronóstico de los meteorólogos se halla sometido a un alto grado de incertitud. Ello destapa muchos instintos que se apartan de la pura racionalidad media (por ejemplo, el sentido de la apuesta, con su faroleo incluido). El parte meteorológico también tiene algún componente de predicción sincronística: en vez de mirar las entrañas de un pescado ó el poso de una taza de té se mira la posición y alcance de los fenómenos atmosféricos, siguiéndose además su progresión temporal. Estos métodos, se me dirá, están basados en modelos mesurables objetivamente mediante técnicas derivadas de la física y las matemáticas, ó sea en modelos científicos. Ciertamente están basados en tales modelos, pero sometidos al efecto mariposa; luego largamente imprevisibles por lo que hace a reducidas extensiones de terreno. Cuando, al acabar la guerra, el gremio de meteorólogos, reclamando una parte de la gloria de los vencedores, comunicó a Churchill que sus pronósticos habían dado en el blanco en el 40 % de las ocasiones, el político se apresuró a puntualizar: O sea, que han fallado en el restante 60 %....
miércoles, 20 de septiembre de 2006
Seguridad
La asunción de que la seguridad, tanto física como psíquica, que el hombre occidental se ha venido construyendo a lo largo de los últimos decenios se está acabando por momentos constituye uno de los dramas psíquicos más dolorosos que Occidente tiene que atravesar. Este drama no sólo tiene un ámbito de desarrollo eminentemente psíquico, sino que también psíquico es su origen. Porque el hecho que preocupa en profundidad no se relaciona tanto con los agentes “externos” que dan pie a tal sensación como con el propio sentimiento de inseguridad ó su percepción. En un primer y superficial análisis puede parecer que dicho sentimiento se relacione con las contingencias del mundo actual: todo un grupo numeroso de personas que, llevadas por primitivos instintos míticos y mágicos son capaces de cualquier locura. Entonces nuestra seguridad, y no solamente la derivada del “estado del bienestar”, sino nuestra íntima seguridad ligada a la preponderante estructura mental-racional, se tambalea. Esta percepción quizá puede ser más evidente por el contraste con las estructuras más primitivas a las que he aludido, pero también tiene un origen más interno, y consiste en el propio agotamiento de la estructura racional. Agotamiento no quiere decir “substitución por” sino integración y evolución hacia estructuras más diferenciadas, de la misma manera que nuestras estructuras de conciencia mágicas y míticas siguen ahí, aunque se nos han hecho transparentes. Quien las ignore corre el riesgo de verse poseído por ellas. La única manera de liberarse del drama de la inseguridad, por paradójico que parezca, consiste en el propio convencimiento de que tal seguridad nunca ha existido; no ha sido más que un constructo fruto de una configuración mental-histórica.
martes, 19 de septiembre de 2006
Fama
Esta palabra representa hoy en día, más que en cualquier época reciente, el trasunto de la cumbre del éxito social. El famoso se siente inmortal. El que no es famoso pero aspira a ello supone que el famoso es feliz porque ya lo ha logrado todo en la vida. Al que realmente es aspirante a famoso le da igual el tipo de fama que le haga acceder a su olimpo particular. No le importa aprender, evolucionar, experimentar. Solamente le importa triunfar, a toda costa y sin preguntarse demasiado cuál es su verdadera meta. Evidentemente que hay gente famosa por haber trabajado en su campo con tenacidad y en profundidad. Pero tal espécimen no trabajaba por llegar a la fama sino por satisfacer una necesidad suya muy interna que sólo puede ser descrita en términos como pasión ó autorrealización. A estos individuos la fama les ha llegado por añadidura. Este grupo de los famosos “por añadidura” engloba, además, a gente cuyo ámbito de trabajo normalmente se halla dentro de los cauces de la cultura popular. Los que trabajan en campos más crípticos ó más alejados de los medios de comunicación pueden llegar también a famosos, pero con más dificultad. El ámbito temporal de la fama también es un elemento a considerar. Cuando un personaje sigue siendo famoso doscientos años después de su muerte es que realmente hizo algo extraordinario. Los “famosos” que, según dicen, aparecen en los foros públicos en donde se tritura el detritus minuciosamente gozan en ocasiones únicamente de semanas de fama. Por lo visto ya les llega para tirar del hilo de sus cutres existencias.
lunes, 18 de septiembre de 2006
Cualquier tiempo pasado fue mejor...
Existe en castellano una frase hecha que usualmente se recita sobre un trasfondo irónico: “cualquier tiempo pasado fue mejor”. La propia mente, no obstante, analiza la frase hecha y llega a la conclusión de que su enunciado no se sostiene en absoluto desde un punto de vista racional. Esta evocación del pasado en general, vivido ó no vivido, como un estado de beatitud al cual se ansía retornar, es típica de la estructura mítica de conciencia. Debido a que la conciencia mítica se sitúa en cierta manera fuera del tiempo, lo que psíquicamente ansiamos en realidad no es otra cosa que el escapar al “flujo del tiempo” (aunque tal concepto también es prisionero de otra estructura de conciencia, la racional). La estructura mítica de la conciencia no es más falsa ó verdadera que la racional; simplemente es menos evolucionada ó diferenciada. El Paraíso Perdido al que se puede retornar también está en la base de muchas religiones aparecidas en plena época de conciencia mítica. Lo más notable es que cuando evocamos hechos que nos han acaecido en épocas pretéritas de nuestra vida, también entonces tendemos a dejar que nuestra estructura mítica de conciencia canalice la operación. Por unos momentos anulamos la estructura racional y quedamos presa del encanto de Circe, lo que puede suponer cierta involución. Nuestra mente nos acostumbra a liberar rápidamente de tal encanto y ahí nos quedamos. Es decir, la estructura de conciencia más evolucionada que poseemos logra que las estructuras subyacentes lleguen a integrarse y “transparentar”. Pero el hecho en sí de la atracción hacia el pasado mítico puede no ser otra cosa que un sucedáneo, como apuntaba antes, de un deseo de superación de la conciencia del tiempo (del tiempo racional). Esta superación sólo se puede lograr por integración: llegar a observar el tiempo desde una posición situada más allá de él. Ello supone el llegar a hacer transparente la propia estructura racional. El nunc stans de los filósofos, por contraste con el nunc fluens. La eternidad vista no como el tiempo infinito sino como la cesación del tiempo. Algo así como lo que nos propone Olivier Messiaen en el Quatuor pour la Fin du Temps.
viernes, 15 de septiembre de 2006
Dieta Mediterránea
El término dieta mediterránea se ha convertido en uno de los lugares comunes favoritos del a su vez lugar común de la comunicación de masas. Constituye, además, uno de aquellos patrones de raciocinio mecánico –en este caso se suman a su vez vagos toques de cientifismo, lo que le da un toque adicional de credibilidad en los foros aludidos- que acaban dando lugar al típico dualismo. Dieta Mediterránea = sano / Dieta no Mediterránea = pernicioso. En donde no se ponen de acuerdo los mass media es en la definición extensiva de tal dieta. En algunos casos se hace hincapié en la gran presencia del pescado. En tal caso la diferenciación entre la dieta mediterránea y la dieta báltica se hace incierta. En otros se destaca la baja presencia de grasas de origen animal, origen de múltiples desarreglos cardiovasculares. La famosa paradoja francesa, que enaltece el vino tinto como agente detoxificante frente a la dieta excesivamente grasa, disminuyendo las cifras de enfermedad cardiovascular a niveles por debajo de los esperados, también diluye la cuestión principal. Entonces hay que preguntarse: ¿Existe alguna dieta tradicional intrínsecamente “buena” ó “mala o más bien la única dieta “mala” es la derivada de los malos hábitos adquiridos en los últimos años? Si en las latitudes con dietas no mediterráneas la alimentación fuera tan perniciosa, habría grandes zonas del planeta despobladas. En el mundo de hoy, en el que la interculturalidad es norma habitual, cada vez podemos escoger más nuestra dieta independientemente de la zona del planeta en que nos hallemos. Esto parece muy positivo; lo único que habría que tener en cuenta es el respeto a los ciclos anuales. Aunque la “construcción” cultural sigue jugando un papel muy importante. ¿De que otra manera explicaríamos que en Oriente se tomen bebidas calientes ó comidas picantes para combatir el calor, a diferencia de Occidente, en donde se suele hacer exactamente al revés?
lunes, 11 de septiembre de 2006
...y sin pagar ni un céntimo...
No me creo que todavía exista alguien que no haya visto en alguna ocasión los cartelitos que nos informan sobre la Misión/Visión/Valores que conforman una determinada corporación, compañía, institución, servicio ó congregación. Evidentemente, la mayor parte de las misiones consisten en salvar a la humanidad de cualquier mal, plaga ó desgracia que le pueda acaecer y procurarle toda suerte de provisiones, ventajas, parabienes y bendiciones. La misión de las empresas ya no consiste en conseguir beneficios a base de satisfacer necesidades –naturales ó creadas- sino que consiste en procurar el bienestar del público. La misión de los servicios públicos se te explica concienzudamente por si no te habías enterado suficientemente (la del Metro consiste en transportar de estación a estación a los ciudadanos que así lo deseen bla bla bla). La Misión se consigue a través de determinada cosmovisión que consteliza el quehacer cotidiano y lo adscribe a ciertos valores... Lo más tragicómico del caso es que todo este montaje está servido por unas pocas empresas (¿Cuál es la misión de tales empresas?) con un pack de misiones, visiones y valores bastante limitado en su cartera. El resultado es que vayas por donde vayas, tienes una franca sensación de dejà vu cuando todas esas misionesvisionesvalores se te aparecen frente a los ojos (supongo que incluso los grupos terroristas tienen los suyos). También tienes la sensación de que alguien se está forrando –una vez más- a costa de la estupidez ajena. ¿Cuánto tardará en aparecer el niño que diga lisa y claramente que el emperador va desnudo?
domingo, 10 de septiembre de 2006
Callejones sin salida
Cuando en una ocasión Igor Stravinsky declaró a la prensa germanófona que el método dodecafónico de su colega Arnold Schönberg era eine sackgasse –un callejón sin salida- el austríaco, que mostraba por el ruso el mismo afecto que existía en sentido contrario, respondió a la prensa con el juego de palabras es gibt kein sackere gasse als Sacre –no hay callejón con menos salida que Le Sacre (du printemps)-. Durante el curso de nuestras vidas nos podemos encontrar en ocasiones con esta sensación de llegar a un callejón sin salida. Tenemos entonces varias opciones. La primera es el abandono, la desesperación que lleva a la renuncia y al final de un camino. La segunda consiste en el freno y marcha atrás. Esta opción es normalmente consecuencia del reconocimiento de que efectivamente hemos ingresado en un callejón sin salida y que lo más indicado por el sentido común es la búsqueda de alternativas fuera de la constelación que nos frena el paso. Existe una tercera opción, sin duda la más interesante, que consiste en el convencimiento sobre la existencia de un resquicio que abra el cul-de-sac, que reenfoque totalmente la concepción vigente hasta ese momento. Arnold Schönberg, después de muchas renuncias –incluida la renuncia a su propia herencia postromántica, de la que en cierta medida no acabó nunca de desprenderse del todo-, terminó dando forma a una nueva técnica compositiva que posibilitaría una nueva experiencia musical. El propio Igor Stravinsky, tras la muerte de su colega, también utilizó esa técnica que tanto había criticado años atrás. Para el omnívoro ruso, la técnica serial no solamente no representó finalmente un callejón sin salida sino que se convirtió en la escapatoria a su propio sackgasse en que se había convertido el neoclasicismo a principios de la década de los cincuenta.
viernes, 8 de septiembre de 2006
Digitalización
Parece que la vieja pregunta que ya se hacían los más primitivos filósofos griegos acerca de la posible reducción de la calidad a la cantidad se halle ahora totalmente respondida. Los modelos sugeridos por la digitalización aparentemente así nos lo hacen ver. Estos modelos, partiendo del mundo de la informática, se han propagado bien lejos: no tan sólo se ha llegado a concebir el funcionamiento del cerebro como el de un ordenador sino que también se percibe el código genético como una gran reducción atomística de la información, que a través de determinados mecanismos se corresponde con los trasuntos observados macroscópicamente. Todo ello no es verdad ni es mentira; se trata simplemente de un modelo que configura fuertemente nuestras percepciones. Existen también modelos alternativos, por ejemplo los de tipo holístico, que sostienen que el genoma no se corresponde con una reducción atomística sino con una red sistémica. El modelo holonómico de Pribram también pertenecería a este tipo. Una vez más intuyo que la solución aparente del problema calidad/cantidad no pasa por la reducción de la una a la otra. Calidad y cantidad son dos conceptos característicos de un determinado estado evolutivo de la conciencia: el estado mental-racional. La mera reducción de un concepto al otro sufre del mismo error categórico que aparece cuando, por ejemplo, se contempla el concepto del destino –concepto que corresponde típicamente a la conciencia mítica- desde una perspectiva mental. La ampliación de conciencia, por tanto, como integradora de aparentes dualismos.
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