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jueves, 2 de febrero de 2006

La Tendresse


Lo más frecuente es que los individuos sean muy contestatarios en su juventud para acabar abrazando el sistema en su edad madura. El caso más extremo es el constituido por los políticos. Los que lo hacen al revés son minoría y constituyen uno de los principales focos de apestados de la sociedad. Principalmente porque en la edad madura normalmente ya no se quiere cambiar el mundo sino que se da directamente por perdido: es inútil empujarla cuando es corta. En otras épocas más consistentes los viejos anarquistas, si eran suficientemente sensibles y tenían suficientes dosis de ternura podían hacer canciones y reencontrarse con algunos sectores de la sociedad.
Non, les brav's gents n’aiment pas quel’on suive un autre route qu’eux.

Los hombres nacen tiernos, ingenuos, sin conocimientos, con carga genética, pero como un ordenador con el disco duro vacío, convirtiéndose en duros, pervertidos, amargados y con el disco duro lleno con la edad. Es una manera de ver la cuestión. También se puede considerar que nacemos con inclinaciones –con una especialmente elevada hacia el egocentrismo-, con mucha vitalidad pero sin demasiada comprensión, con una seguridad que con el tiempo disminuye, mientras que crece la experiencia, el distanciamiento, la comprensión, y que el disco duro, más que llenarse con el tiempo, se va oxidando. Es otra manera de ver la cuestión.

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