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lunes, 20 de marzo de 2006

Honestidad


La música de Gustav Mahler puede ser abordada, atendiendo a su relación con la perspectiva de sus entornos inmediatos dentro del curso de la historia, de tres modos diferentes. Cada una de las facetas mira hacia un punto diferente. La primera mira hacia el pasado, y está constituida por la herencia postromántica de la época en que se sitúa dicha obra. Esta faceta -que es compartida con la música de algunos compositores contemporáneos, como Strauss ó Scriabin- está relacionada con la traducción armónica que se deriva del morbo fin de siècle. Es la música del infinito crecimiento vegetal. En el caso específico de Mahler se suma la tendencia al tangueo, tan presente en algún que otro fragmento de varias de sus sinfonías (Mahler = malheur). La segunda de las caras mira hacia el futuro, entroncando con el expresionismo centroeuropeo que se está gestando, y que hallará su perfecta traducción musical en la obra de Alban Berg. Lo atestigua la tendencia creciente (¡scherzo 9ª sinfonía!) hacia los enormes intervalos melódicos, con objeto de sugerir la angustiosa deformidad que se nos aparece al colocar una lente de aumento entre nuestra vista y el mundo. La tercera faceta no mira hacia ningún lugar, mira a su presente. Es la pureza melódica que nos sugiere que Mahler es el heredero aventajado de Schubert. Es el interés contrapuntístico que, en cierta manera, lo emparienta lejanamente con Brahms (si en Schönberg confluyen las influencias otrora antagónicas de Wagner y de Brahms, es a través de su maestro Mahler.). A veces me pregunto por qué la música de Mahler fascina a tantos directores de orquesta especializados en música más reciente (y que, pongamos por caso, jamás han mostrado interés por abordar la música de Strauss). Es, sin duda, debido a esta pureza y claridad orquestal (en los momentos de contrapunto melódico, hasta la tuba y los timbales cantan). Nos guste más ó menos, debemos admitir que la música de G. Mahler presenta una característica que no abunda precisamente en la obra de sus contemporáneos, la honestidad.

1 comentario:

carles p dijo...

Comparto plenamente tus comentarios, jmm. De hecho, el origen de mi entrada en al blog se halla en la audición de una reciente interpretación -y creo que de un gran nivel-de Das Lied von der Erde. Esta obra constituye la plasmación de las cualidades que indicas referidas a las últimas obras de Mahler.
La idea general de mi comentario era la de asociar la citada honestidad artística y humana con la "herencia schubertiana", quizás obviando más los aspectos postrománticos ó expresionistas.
Muchas gracias por tu comentario.