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viernes, 3 de marzo de 2006

La Red


Vivimos en una sociedad donde priva el mercantilismo por encima de todo y a todos los niveles. Aparentemente todo lo que no se puede vender de una manera relativamente sencilla es rehusado por la máquina devoradora de la fiebre crematística. El advenimiento de la imprenta significó la ampliación del abanico de posibilidades para la difusión de ideas y, en definitiva, de ensanchar mentes y conciencias. Los censores de la época lo entendieron muy claramente y desplegaron su máquina represora de forma muy eficiente. Muchos años más tarde, cuando parecía que los libros ya no podían ser tan peligrosos, hizo su aparición la televisión, medio de masas como pocos. Pero la televisión, en definitiva, es fácilmente controlable. Si durante unos años parecía que este medio podía contribuir a la educación general del ciudadano, en los últimos tiempos esta perspectiva se ha venido abajo con el advenimiento de la ‘telebasura’ y de los índices de audiencia. Para los que detentan el poder la moral está bien clara: lo que quiera ver el mayor número de personas es lo mejor. Evidentemente, la aplicación reiterada de este principio hace que los contenidos se pudran en muy poco tiempo. Y, de repente, nos aparece un nuevo medio de comunicación que no depende necesariamente de poderes públicos, ni de poderes económicos, ni de poderes fácticos. Es más, todo el mundo puede tener su rinconcito, por minoritario que sea. ¿Estás interesado en alguna nueva teoría cosmológica, en la creación artística contemporánea, quieres contactar con gente que sufre una enfermedad minoritaria ó encontrar un resumen “para todos los públicos” del teorema de Gödel o de la filosofía de Kant? De todo esto no se habla en los medios de masas porque son temas que no llegan al volumen mínimo exigido por las necesidades del mercantilismo. En Internet también puedes encontrar información sobre líneas de autobuses, hacer operaciones con tu banco, hablar con desconocidos sobre nada-en-concreto ó acceder a pornografía, lícita ó incluso ilícita. La libertad que se respira en estos momentos en la red es un gran motivo de esperanza hacia lo que pueda venir mañana, cuando el poder de los estados se halle debilitado y la conciencia crítica pueda hacer frente al mercantilismo y la estulticia desenfrenada.

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