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martes, 28 de marzo de 2006

Que reste't-il de nos amours ?


Entre las características heredadas colectivamente salta mucho a la vista cómo los americanos de origen europeo han incorporado la idea de la huída de las contingencias actuales para llegar algún día a un paraíso donde todo será perfecto. Si nos fijamos en la canción popular, encontramos numerosos ejemplos (somewhere we’ll be happy...). Las canciones de origen europeo que se han exportado también han sido adaptadas literariamente. Así, de la afirmación onírica de La Mer se llega a la búsqueda del paraíso prometido en Somewhere beyond the sea, de la misma manera que la afirmación amorosa de La Vie en Rose se transforma en una colección de promesas de radiante felicidad en Take my heart again. De manera similar, la más bien amarga Comme d'habitude se transforma en la afirmación de la excusa en My way.
En el caso de las canciones, una diferencia más profunda separa el mundo francófono del anglófono. En el primero, la canción es una forma poética que sobrepasa en contenidos a la suma de los dos elementos –texto y música- considerados por separado. En el segundo entorno, la canción es a menudo solamente una melodía soportada por palabras que no hace falta que tengan demasiada entidad, algo así como una ilustración. Esta diferencia ya se hacía notar en el caso de los madrigales renacentistas. Mientras Jannequin ó Josquin des Pres enraízan sus músicas alrededor del texto, Morley ó Ravenscroft nos llenan de “fa,la, las". Una vez más, el arte como furniture.

1 comentario:

carles p dijo...

Ya he substituído los términos. Evidentemente el sentido que quería dar era el que tú apuntas.
Gracias !