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martes, 29 de junio de 2010

Pijería

La figura del nuevo rico responde a un caso muy concreto de tipología social que procede de tiempo inmemorial y que, hasta hace poco, daba origen a un tipo de personaje risible, frecuente en la narrativa y el teatro. Desde El Burgués Gentilhombre de Molière hasta Ladrones de poca monta de Woody Allen, pasando por Gente Bien de Rusiñol, la literatura ha utilizado esta figura para ilustrar el hecho de que el desequilibrio entre el cultivo personal y el peculio a favor de éste último suele llevar a situaciones ridículas. También sirve para tranquilizar al ciudadano de rentas limitadas y recordarle que el dinero no lo es todo. En la actualidad, sin embargo, hemos asistido a un incremento espectacular de las figuras emparentadas con la del nuevo rico propias de la pijería urbana. El/la pij@ no posee los grandes recursos económicos del nuevo rico; en lo único que lo iguala e incluso lo supera es en su afán de aparentar. Toda su energía vital está dedicada a mostrar a su vecino que él/ella lo supera en cualquier tipo de posesión (material siempre, claro está). Este tipo de ciudadanos llega a colonizar determinados barrios de las ciudades que se ajustan a su esquema de apariencias de manera que cuando se atraviesan tales zonas tienes a menudo la sensación de haber entrado en otra dimensión. Como personajes literarios no resultan por una causa muy concreta: al tener menos poder adquisitivo que el auténtico nuevo rico y constituir la meta social para mucha de la gente joven en la actualidad no responden a la figura del chivo expiatorio que la catarsis artística prevé. Pero el pijo es profundamente diferente al nuevo rico: en primer lugar posee una componente de vulgaridad que une a sus pocas luces, cosa que no posee el nuevo rico. Además, mantiene un elevado sentido de la competitividad, lo que le ha permitido llegar a su posición actual, a la que no renunciará con facilidad. El nuevo rico en estado puro es más manso y bastante más consciente de sus limitaciones (sirva aquí una referencia a los tres ejemplos literarios propuestos al principio). Y, por encima de todo, el pijo –debido, sin duda, a sus extremas limitaciones- cree que hay un solo camino en la vida, camino en el que él/ella se sitúa en el grupo de cabeza.

miércoles, 23 de junio de 2010

Midsummer


Siguiendo el heraclitano principio de enantiodromía en estos días en que se ha alcanzado el solsticio estival/invernal iniciamos el cambio que transformará en su opuesta la estación del año en que, de acuerdo con nuestra situación relativa en el globo terrestre, nos encontremos. Esto se celebra de una u otra manera en todos los puntos del planeta, como un rito que perpetúa nuestro sentir colectivo (por “nuestro” me refiero a “humano”) y que seguimos sintiendo como una fuerza telúrica, aun a pesar de la gruesa capa amnésico-insensibilizadora que nuestro consumista entorno ha implantado sobre todo tipo de manifestaciones. Hoy en día tendemos a querer quitar esa capa e intentamos asomarnos a una supuesta prístina y originaria expresión. Pero de forma absolutamente involuntaria, en nuestro afán por acceder a las esencias, estropeamos también lo que hay bajo esa capa superficial. Muchos de los movimientos que abogan por el retorno a las fuentes olvidan que ese mismo impulso original se ha ido expresando de forma paulatinamente más evolucionada a lo largo de la historia. Por eso, cuando en ocasiones oigo la renovada consigna rousseauniana sobre los ritos del buen salvaje, que han sido posteriormente castrados por las religiones, no puedo dejar de pensar en la confusión que tan a menudo nos embarga. Las hogueras, las pociones, las plantas medicinales y demás parafernalia del solsticio respondían a un impulso progresivamente sentido como mágico, mítico y mental, y cada período ha sedimentado, y seguirá haciéndolo, sobre nuestra conciencia. Los artistas han sabido captar este impulso y ofrecérnoslo, como en un espejo, para que podamos observar la ambigüedad de todas nuestras intenciones y lo ilusorio de nuestras convicciones: las relaciones humanas en A Midsummer Night’s Dream, la vecindad de los sublime y lo ridículo en Sonrisas de una noche de verano, la construcción social en Die Meistersinger von Nürnberg; las tres ficciones tienen lugar durante este período.

sábado, 12 de junio de 2010

Ilustración


Gran parte del debate histórico entre los filósofos de la modernidad y la postmodernidad (Habermas/Derrida inter alia) tuvo su centro de focalización en la cuestión de la vigencia del discurso de la Ilustración, que los modernistas todavía consideraban vigente. ¿Cuál es el discurso de la Ilustración? Sapere aude, según Kant, la valentía de querer saber. Y, por encima de eso, la fe en un progreso que se basaría en el uso de la razón. Ya el siglo de las luces golpeó con fuerza en su nombre contra los residuos de etapas anteriores. Y en su nombre se gestaron logros como la Declaración de los Derechos del Ciudadano. Cuando la etapa mental-racional que propugnaba la Ilustración entra en declive (en lo que Jean Gebser llamaba su fase deficiente) es cuando asaltan las primeras dudas sobre su discurso, dudas agudizadas a la vista de las dolorosas regresiones vividas a lo largo del S XX. No hay que descuidar tampoco el hecho de que durante la Ilustración el ideal a seguir se hallara circunscrito a la cultura occidental, cuyo canon se elevaba así a la categoría de dogma. En la postmodernidad hemos comprendido –al menos, vislumbrado de forma clara y distinta- que las diferentes visiones interculturales pueden ser igualmente válidas (aunque ahora, dicho sea de paso, hemos caído en el exceso de valorar por un igual los puntos de vista maduros ó evolucionados y los inmaduros ó regresivos). Con todas estas piezas pretendo no otra cosa que sugerir que el discurso de la Ilustración puede seguir siendo perfectamente válido en cuanto a su creencia en una posible evolución, aunque quizás ensanchando su ámbito a zonas más allá de la mera razón (ampliando de tal manera lo de el hombre es feliz si se ilustra a algo así como el proceso de crecimiento da lugar a una ampliación de flujo).

martes, 8 de junio de 2010

Pausa




Me gustaría celebrar la entrada número 300 de este vomitorio público que es transcliché metacorner con algo especial. Algo que haga referencia a la propia etiología del blog. Como en las manchas del test de Rorschach ó en la observación de la forma de las nubes, cada uno ve el mundo según su idiosincrasia. Y, consecuentemente, proyecta su mundo interior inconsciente en tales observaciones. Esto es sano siempre y cuando esta proyección revele al sujeto proyectante algo acerca de su naturaleza. Cuando la propia proyección permanece inconsciente solo puede servir para amargar al proyectante y a su entorno. Creo firmemente que cuanto más intentes agarrar un pensamiento, una situación, un objetivo, más se te escapa éste. La única manera de mantenerlo presente es flirtear ligeramente con él, sin forzar la situación. Solamente cuando todo fluye libremente tiene lugar la catarsis. Y este fluir libremente no es otra cosa que la vida misma. Es la idea central de Otto e mezzo, film que adoro y al que ya me he referido aquí en muchas ocasiones: cuando se deja de intelectualizar todo lo que te rodea es cuando aparece la vida y el gran tapón se deshace como por arte de magia. Entonces, se me dirá, ¿por qué no vives la vida y te dejas de masturbaciones mentales? Porque intento flirtear ligeramente con ella y sus aspectos menos evidentes, porque me gustan las vías de pensamiento alternativo y porque vivo a menudo con más plenitud mi vida interior que la externa. Pero ¡basta de confesiones y volvamos ya al trabajo!

jueves, 3 de junio de 2010

Volcanes





Una populosa región se despierta un día sacudida por la erupción del volcán situado en sus inmediaciones. Las escenas de pánico se suceden mientras la actividad volcánica se intensifica. Al cabo de unas horas buena parte de la zona y sus habitantes han quedado sepultados bajo la lava. Este hecho es interpretado de forma diversa atendiendo al grado de evolución que presenta la civilización en cuestión:


· El volcán se ha enfadado porque este año no se le han tributado todavía los sacrificios humanos que exige periódicamente.

· Los dioses han decidido castigar a la población por no haber obedecido sus preceptos y haber descuidado el culto a la divinidad.

· El volcán ha entrado en una fase de erupción después de estar muchos años en reposo y haber olvidado los ciudadanos el potencial peligro que supone vivir a su lado.

· Se ha llegado a una etapa de desarmonía expresada tanto en las deterioradas relaciones de los humanos entre sí y para con la naturaleza como en la actividad telúrica natural.

· El volcán tranquilo, el volcán en erupción, la ciudad, la naturaleza, la vida y la muerte; todo es uno.

No hay que suponer que alguna de las interpretaciones sea cierta y alguna sea falsa. Todas son ciertas a cierto nivel de desarrollo. La idea de que la 3ª propuesta es la cierta y las otras son falsas está absolutamente teñida de su propio nivel de desarrollo (mental-racional). Hoy día difícilmente nadie en una sociedad industrial (y menos post-industrial) creería que la primera respuesta –la mágica- pudiera ser cierta, pero nuestros ancestros no hubieran opinado lo mismo. Encontraríamos mucho más fácilmente adeptos de la segunda propuesta, la propia del mito. De hecho, la calificación de verdadero/falso es un dualismo propio de la etapa mental-racional. Más allá en la evolución la dualidad se funde y con ella la causalidad y la relación sujeto-objeto, restituyéndose el pensador a su lugar dentro del mundo y dejándose de erigir como el observador independiente de una percepción externa.