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lunes, 31 de diciembre de 2007

Lazos profundos


Durante las fechas navideñas he tenido ocasión de reunirme de nuevo –como cada dos años- con viejos compañeros de secundaria, con los que compartimos, hace entre treinta y tantos y cuarenta y pocos años, tantas horas de nuestra vida. Y la sensación mágica se ha repetido. Las experiencias vividas en las épocas tempranas de la vida dejan una huella profunda, quizás porque en tales épocas una hora de vida representa una parte importante de toda la experiencia y, por tanto, el tiempo aparece como detenido. Y el reencuentro, sobre todo a partir de ciertas edades en las que ya no hay tanto que demostrar a los demás –aunque, en ocasiones, sí todavía a uno mismo-, propicia no la regresión sino la calurosa y confortable seguridad del hecho vivido y asimilado. Curiosamente, muchas de las acciones llevadas a cabo en esas épocas –viajes, creación artística ó literaria,...- siguen siendo consideradas por sus protagonistas como hechos muy importantes en sus vidas, independientemente de las ulteriores realizaciones. Y es que, por encima de diferencias en cuanto a modelos vitales, biografías e intereses, la experiencia compartida en época tierna crea unos casi imperceptibles pero profundos y duraderos lazos.

jueves, 27 de diciembre de 2007

The maharaja


En las últimas semanas he sido aquejado por esa forma concreta de pereza mental tan común que todos llaman falta de tiempo. O quizás podría hablar de ciertas dosis de indolencia, falta de inspiración –otra excusa con la que nos regalamos frecuentemente- ó, simplemente, y como diría mi analista, que la cocina alquímica está trabajando y, por tanto, precisa de toda su energía para llevar el proceso a buen término, lo cual se puede traducir –esperemos- en una fuente inagotable de nuevos y originales posts. Mientras tanto vuelvo, como en muchas de los últimas entradas, con un nuevo homenaje póstumo. En esta ocasión a un extraordinario pianista como fue Oscar Peterson. Toda su bonhomía y humanidad se hallan presentes en su música. Peterson fue algo así como una sabia combinación de Erroll Garner y Sviatoslav Richter, artistas todos ellos que derramaban música por los cuatro costados.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Licht


Ayer se anunció en la prensa la muerte, acaecida el pasado miércoles 5, del compositor Karlheinz Stockhausen. Esta primera década del S XXI está marcando, por razones cronológicas, la desaparición de muchos de los grandes artífices de la música de postguerra. Después de Xenakis (1922-2001), Berio (1925-2003) y Ligeti (1923-2006) ahora le ha tocado el turno a este alemán cuya significación, en varias ocasiones, se ha extendido más allá de los ámbitos normalmente restringidos en que se mueve la música de vanguardia. Quizás fuera porque algunos grupos pop habían declarado sufrir su influencia -en la famosa cubierta de Sg. Pepper's Lonely Hearts Club Band aparece la fotografía del compositor- ó bien porque los happenings orquestados por este fakir habían hecho historia, como el Helikopter Quartett, que forma parte de ese gran espectáculo total que es su ahora completo ciclo Licht. Quizás sea ahora un buen momento -tal como se lleva hoy en día- para hacer un repaso de su extensa obra y empezar a clasificarla para el futuro próximo-.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Asesores


Hace unos años el fenómeno Dilbert saltó a la palestra internacional con fuerza inusitada. Una buena parte de asalariados de nivel cultural medio/alto se sentían identificados –y siguen haciéndolo- con los avatares del prototipo de oficina, jefe, compañeros, decisiones, normativa y mil actitudes absurdas plasmadas en el comic y que son parejas a las que se dan en las corporaciones de nuestros días. Uno de los muchos temas recurrentes giraba en torno a la extrema consideración hacia los asesores externos, contrastante con la enorme desconfianza hacia los colaboradores internos. Hasta el punto de que en un strip asistíamos al cambio de actitud hacia un ex-colaborador que pasaba a ser asesor externo. Sus sugerencias, que nunca habían sido tomadas en cuenta, pasaban ahora a ser oro de ley, y encima percibía unos honorarios mucho más altos. Esta actitud, tan absurda como frecuente, obedece a una psicología muy concreta: la que nos impele a buscar las cosas bien lejos de nosotros. Tal como viene plasmado en la narración sobre el paradero de la felicidad, que los dioses esconden en el único sitio en donde el hombre nunca busca –en el interior de sí mismo-, tendemos a considerar que lo bueno siempre está fuera de nosotros y por llegar. Lo que llega en el tiempo ó llega a formar parte de nosotros y nuestro entorno deja automáticamente de ser bueno. Y el juego se repite ad infinitum. El sabio sabe que fuera de él existe lo mismo que dentro de él, y que en cada momento de su desarrollo la conveniencia estará alternativamente situada. La idea de ir ganando terreno al mundo exterior es absolutamente dependiente de un modelo caduco y quizás proceda de nuestra infancia, cuando fácilmente confundíamos los estadios de nuestro desarrollo con la conquista de lo que percibíamos como mundo exterior.

viernes, 23 de noviembre de 2007

La Ballade des Cimitières


Ayer falleció a los 80 años el coreógrafo Maurice Béjart. Béjart fue durante décadas un referente en el mundo de la danza. Su Sacre du printemps -que llegó a complacer, tras horrorizarlo inicialmente, al propio Stravinsky-, su Boléro –recogido para la memoria popular en el film de C. Lelouch Les Uns et les Autres-, y tantísimas otras coreografías lo sitúan en un parnaso creativo al que realmente pocos artistas pueden acceder. Hoy, los periódicos recogen el dato y recuerdan al ilustre desaparecido con minuciosa puntualidad. La sección de obituarios de los periódicos ha adquirido últimamente una gran entidad. Quizás para lanzar un último cohete sobre una vida que ha resultado particularmente significativa para la comunidad y así tratar de reconstruir en la memoria colectiva una época pasada (¿mejor?). O quizá por contrarrestar el fenómeno de ocultación de la muerte como destino individual de todo bicho viviente. O, por el contrario, quizás por alinearse con el momento desmitificador y habilitar una desmitificación más, en este caso la del gran viaje. La tendencia a la clasificación, ordenación y etiquetaje, así como al establecimiento de récords -pienso en el revuelo cultural que se está preparando para celebrar el próximo cien aniversario de un compositor en activo -Elliott Carter- también juega un papel en este fenómeno. Quizás el culto a la muerte sirva también para exorcizar a nuestros demonios y alejar la inquietud, como le pasaba al bizarro coleccionista de la canción de Brassens:

J’ai de tombeaux en abondance,
Des sépultures à discrétion
Dans tout cimetière de quelque importance
J’ai ma petite concesión...

...Mais je n’ai pas la moindre trace,
Le plus humble petit soupçon,
Au cimetière de Montparnasse,
A quatre pas de ma maison,
A quatre pas de ma maison...

jueves, 22 de noviembre de 2007

Pies en polvorosa


El modelo de empresa que sigue imperando en la actualidad en estos andurriales se sigue pareciendo peligrosamente al que se describe en el film de Ermanno Olmi Il Posto (1961). En él acompañamos a Domenico, un joven aspirante a la inserción en el mundo laboral, en sus entrevistas, contratación y desenvolvimiento en lo que es en aquel entorno espaciotemporal considerada como una gran empresa. Y asistimos así a un desfile de personajes y situaciones de lo más estrambótico (pero que se corresponden de forma inquietante con la cruda realidad): una serie de oficinistas que se pelean –en una clara alusión regresiva a la escuela primaria- por estar situados el primero de la fila (con su mesa-pupitre enfrente de la del jefe-maestro de escuela); la antigüedad es un mérito que se valora por encima de otros en la aspiración a avanzar en la fila. Mientras tanto, el jefe-maestro reparte –si sus subordinados se han portado bien- unas preciadas bombillas que por lo visto duran poco y se hacen sobre todo necesarias en las últimas filas, más obscuras. Domenico también asiste a una especie de bedel sarcástico y resabiado que tiene veleidades de psicólogo y demora su asistencia a los jefes que lo solicitan, asegurándole de que lo que quieren son únicamente caprichos ó cafés. El joven es muy introvertido y bastante tímido. Aparentemente no analiza las situaciones ni discute sobre lo que ve. Únicamente, eso sí, observa atentamente y va tomando nota.
El aspecto externo de la empresa actual, evidentemente, ha evolucionado mucho en 45 años. Los métodos utilizados, sin embargo –el cultivo del ego, la valoración del grado de afección por encima del grado de profesionalidad, el programa de visualización de la vida a través de los ojos del pensamiento único (recordemos la más que lúgubre escena de la fiesta para empleados en el film)-, no han cambiado demasiado. Quizás estén relacionados con aspectos más profundos y duraderos, que atañen a la propia naturaleza humana. Al final del film, un expresivo primer plano del rostro de Domenico resulta particularmente turbador. Con su característica introspección, el personaje parece estar asumiendo que su primer cometido en la vida, en aquel momento, es hacer todo lo posible para poder poner definitivamente los pies en polvorosa.

martes, 20 de noviembre de 2007

Pequeños especialistas


La palabra humanizar y su familia lingüística (humanización, humanismo, deshumanizar…) ofrecen a lo largo del tiempo un rico y variable ramillete de significados, en ocasiones situados en puntos muy distantes entre sí. En numerosas ocasiones se ha invocado con el fin de contraponer una situación a otra anterior. Así, el humanismo renacentista se erige como la contrapartida del teocentrismo medieval y constituye así un primer abordaje por parte de la cultura occidental de retroceder hacia una visión crecientemente realista. En su brillante ensayo La deshumanización del arte, Ortega y Gasset saluda al nuevo arte del S XX contraponiéndolo al demasiado humano arte del XIX (aunque el ejemplo musical que evoca no es el más apropiado, puesto que contrapone la “salida al campo del poeta” que representa el debussyano Prèlude à l’après-midi d’un faune con la “salida al campo del buen burgués” que representa el andante de la beethoveniana Sinfonía Pastoral –el pobre Beethoven no había sido todavía librado en esos años de la pátina con que se nubló su obra durante el XIX-). En una acepción más moderna, el proceso de humanización se refiere a la transformación parcial de un anticuerpo monoclonal proveniente de células no humanas mediante técnicas de ADN recombinante. O sea, que ahora hemos llegado a asociar lo que el término humano puede suponer a una pura matrícula bioquímica: para nuestra visión cientifista/reduccionista es humano aquello que contiene genes humanos, de igual manera que es oro el elemento de número atómico 79. La acepción de humano referida a los atributos que supuestamente posee el homo sapiens más allá de la pura taxonomía disgusta a muchos de nuestros sabios actuales (al contrario que a los sabios de otras épocas). No creo que sean tan sabios; simplemente son pequeños especialistas.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Hechos crudos


Esta mañana he entrado en el metro y me han ofrecido un ejemplar de uno de los muchos periódicos gratuitos que la gente lee asiduamente (por enterarse de los titulares y las noticias factuales, dicen). En la sociedad de la información –la baudrillardiana, no la de McLuhan- la información es generada ad hoc a petición del consumidor, que resulta seducido por ella. Uno elige, en cierta manera, lo que quiere leer. O sea, que la generación de noticias no deja de ser un fenómeno sujeto a construcción. La construcción según el perfil del consumidor se efectúa de forma relativamente clara en el caso de los periódicos convencionales –los de pago-. La multiplicidad (en ocasiones, aparente, aunque éste es ya otro tema) que se genera con el conjunto de ellos es reflejo de nuestro momento postmoderno, con sus diferentes perspectivas –inconmensurables ó no- simultáneamente expuestas. Sin embargo el periódico gratuito quiere suponer que los hechos pueden referirse de forma cruda, independientemente de su interpretación. El ágora intersubjetiva. Pero detrás de esta creencia puede también anidar el aparato de 1984 o de Brave New World. He rechazado cortésmente el ofrecimiento.

martes, 13 de noviembre de 2007

Cazadores



En las culturas primitivas los cazadores solían -suelen- efectuar una serie de acciones previas al acto de la caza propiamente dicho. Tales acciones -como la fijación pictórica de signos y animales ó ritos más complejos en los que participa la entera comunidad de cazadores- se inscriben en el contexto de la magia. Es decir, en la participación indiferenciada con la naturaleza y el grupo; lo que Jung -presa en parte de la falacia pre/trans- solía clasificar como union mystique. En estadios culturales más evolucionados las acciones mágicas han sido subsumidas por las acciones míticas primero y mentales posteriormente. Lo cual no significa en modo alguno que se hayan substituído sino que más bien los estadios más evolucionados, tras su despliegue, se han edificado sobre los más primitivos. La plasmación gráfica previa a la acción propiamente dicha también se efectúa en las sociedades más evolucionadas: Los planos que dibujan los arquitectos antes de iniciarse la construcción de un edificio; las estructuras que dibujan los químicos sintéticos antes de abordar la preparación de un nuevo compuesto; los croquis que dibujan los metteurs en scène antes de embarcarse en una nueva producción teatral y otros muchos ejemplos reflejan una operación mental, pero probablemente también una acción mágica -ésta a menudo inconsciente-. Y esta acción mágica subsumida, que se ha vuelto transparente para su protagonista, consteliza precisamente un deseo de llevar a cabo la acción propiamente dicha, independientemente del objeto de la acción. El componente mágico de las representaciones no conlleva un problema regresivo mientras no llegue a actuar como driver principal de la futura acción. Este caso representaría tanto peligro como la supresión de tal componente. El componente mágico/mítico desbocado puede llegar a generar acciones tan radicales como el terrorismo suicida. El componente mágico/mítico anulado puede dar lugar a una flatland de pensamiento único. Dos situaciones extremas por desgracia demasiado conocidas hoy en día.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Singularidades


Decía Chaplin (ó Jean Renoir, ahora no lo recuerdo bien) que a lo largo de la vida de una persona solamente suceden unas pocos hechos notables que siempre se repiten y el resto de ella viene constituido por variaciones de los mismos. Este organicismo de la experiencia vital tiene una doble lectura. Por un lado, la autopercepción de la trayectoria de la vida, que viene mediatizada por nuestra matriz personal: llevamos constantemente puestas unas gafas de unos determinados colores que nos tiñen la propia percepción. El desprendimiento –siquiera parcial y momentáneo- de estas gafas requiere un esfuerzo al que difícilmente se hace frente cotidianamente. Ello nos impele, a menudo inconscientemente, a sobrevalorar los hechos que más significativamente se expresan en la matriz y por el mismo mecanismo, a infravalorar los que no están tan expresados. Pero por otro lado también parecen existir constelaciones de acontecimientos no autoprovocados –al menos, conscientemente- que pueblan nuestras vidas. Se habla entonces de destino, sincronicidad, tendencia. Los que han estado a punto de abandonar esta vida pero han regresado a ella refieren a menudo la famosa experiencia en la que se revive la propia existencia en su totalidad pero en lo que parece ser una fracción de tiempo minúscula. Es una experiencia holística y transtemporal en la que la parte y el todo se confunden. La matriz de constelaciones-tendencias vendría representada por el tema astral (que no deja de ser una representación de unos parámetros fractálicos que se desarrollan en el tiempo), el objeto de estudio de la quiromancia y otras manifestaciones similares conocidas desde épocas pre-mentales y denostadas por la hubris de la época racional.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Regresiones


Toda mi vida he sentido un extraño placer al contemplar fotografías de épocas pretéritas, estuvieran o no ligadas directamente a mi propia biografía. Lo primero que hay que plantearse ante este caso –por otra parte de lo más común, ya que es compartido por una buena parte de individuos- es la consideración de un posible escapismo ó regresión que fueran alimentados por tal actividad. La regresión implicaría un elevado grado de nostalgia por una época –vivida ó no en realidad-, mientras que el escapismo iría asociado a una atracción morbosa hacia una zona intramental muy subjetiva con preferencia sobre el espacio intersubjetivo. Tanto escapismo como regresión –y ahora sigo a Freud- acabarían necesariamente manifestándose como narcisismo. La contemplación de las fotografías evoca también una visión historicista de la existencia humana, reñida frontalmente con los criterios reduccionistas de la realidad única que gozan hoy de tanta predicación en el ágora (de tanta, de hecho, que se dan por supuestos sin confrontarlos con posibles alternativas). He utilizado conscientemente un verbo muy significativo: evocar. Denota, entre otras muchas cosas, el dejar correr la fantasía, el darse a la ensoñación, entrar en nuevos mundos, ampliar el espectro de la conciencia…También confesaré que siento un similar placer contemplando viviendas antiguas (100 años ó más), tanto por dentro como por fuera. No por simple deseo de chafardería sino por el afán de conocer nuevas realidades, la presencia del pasado. Ahora quizás sí que ya hablo desde la regresión (el interior de los edificios, me diría Freud, evocación del claustro materno). Los edificios de viviendas más modernas no me motivan (a no ser que sean singulares) porque creo saber lo que encontraré dentro: una muestra más de la realidad única.

martes, 6 de noviembre de 2007

Resonancia


Existen dos maneras de entonar una melodía. La primera de ellas, la manera que podríamos llamar analítica, consiste en “deducir” el “camino” que sigue el contorno de sonidos apoyándose en la relación de cada uno de ellos con su vecino inmediatamente posterior. La utilización de este modo está bastante confinada a aquellos que tengan unos conocimientos –aun rudimentarios- de solfeo, que les permitan aplicar su conocimiento internalizado de los intervalos al caso concreto. Además de deducir la melodía a través de los intervalos sucesivos, evidentemente que también se toman en cuenta las relaciones de cada sonido con el conjunto (si estamos en un ámbito de estructura tonal ó para-tonal). Así, se aplicarán sucesivamente intervalos ascendentes y descendentes y también se considerará la función tonal de cada nota, o dicho de otra manera, la relación de cada nota con el conjunto de la melodía. Pero todavía existe otra manera de entonar una melodía, restringida ésta al caso de melodías conocidas e internalizadas. Esta manera, que podríamos llamar holística, y que está confinada a aquellos que posean “oído musical” –independientemente de sus conocimientos técnicos-, consiste en la resonancia con la melodía y su posterior reproducción. Este es –debería ser- el modo utilizado por el intérprete vocal ó instrumental en su cometido musical. Este tipo de proceso aprehensión/resonancia/ejecución, base de la psicomotricidad, se da también en el mundo del deporte. Una persona suficientemente entrenada en su especialidad no deduce analíticamente un shoot, un salto ó la presión que ejercer sobre unas teclas. Simplemente piensa en lo que quiere hacer, y lo hace. Pero este querer hacer exige un grado de experiencia y entrenamiento tan grandes como la destreza física necesaria para conseguir plasmarlo. De ahí la fuerza de la música, la danza, el deporte ó el teatro. El ejecutante canaliza una energía que a la postre puede llegar a resonar a su vez con el público. La disciplina mental de un gran intérprete ó un atleta de élite se asemeja bastante a la de un practicante de zazen.
(Y una vez más el espectro de la digresión se ha introducido en mi reflexión).

viernes, 2 de noviembre de 2007

Free Web Counter

Free Counter

Creatividad


En el último año han aparecido en revistas especializadas del campo de la psiquiatría algunos ensayos que muestran que tiende a haber una relación estrecha entre trastorno bipolar y creatividad. Estos resultados apuntan a lo que siempre he sospechado: que los individuos catalogados como aparentemente sanos –sanos según los códigos de sus respectivas sociedades- no son los más adecuados para hacer de avanzadillas en los procesos que requieren de ciertas dosis de creatividad. La sociedad siempre ha reconocido tácitamente este hecho –así, ha creado la imagen-tópico del científico loco, el artista caprichoso ó el filósofo eremita-. En los últimos años, sin embargo, la ortodoxia social ha pensado que podía extraer una utilidad de tipo más práctico del individuo creativo y ha iniciado el esfuerzo de aceptarlo y promocionarlo en el mundo de la empresa, por ejemplo. Como hoy en día muchos individuos creativos están más interesados por la filosofía práctica y el arte de hacer dinero que por cometidos más teóricos ó espirituales, muchas empresas ya han nacido fruto de su trabajo y han incorporado desde su nacimiento altas dosis de creatividad y heterodoxia, provocando una revolución en su campo. Otras empresas, sin embargo, a pesar de proclamar su fe en los individuos ó conceptos alternativos, solamente se quedan en la superficie, en la moda, porque en el fondo les aterra cambiar -¿Por qué van a hacerlo, si ya les va bien?- Lo mismo sucede en la política. Se suele preferir a un ladrón ó chaquetero ortodoxo que a las posibles alternativas reales. E la nave va…

miércoles, 31 de octubre de 2007

Hechos reales


Ayer vi en el metro una valla publicitaria que daba cuenta del estreno de un film de terror gore (debía serlo por las imágenes inquietantes que exhibía). Sin embargo, lo que más me llamó la atención no fueron las imágenes sino una advertencia escrita a un lado en letra considerablemente más pequeña que el resto del pasquín y que rezaba: “basada en hechos reales”. Inmediatamente me pregunté que qué demonios tendría esta frase que suele polarizar tanto el interés de los consumidores de tal tipo de producto. ¿Simplemente que la historia puede resultar más terrorífica si se la considera bajo esta perspectiva? ¿Y en tal caso, por qué? ¿Se tendería entonces a un género híbrido en el que el reality show tuviera su correspondiente cuota? En otras épocas el cine basado en hechos reales-cotidianos fue reivindicado como revulsivo político, poético y social (pienso en Cesare Zavattini, teórico del neorrealismo, diciéndole a Fellini “¿Ves como las historias reales son más extraordinarias que las ficticias?” tras leer el más que ficticio –y felliniano- guión de Una agenzia matrimoniale). Pero el caso que nos ocupa aquí es de naturaleza muy distinta. Llegué a una conclusión mucho más psíquica. La frase en cuestión parece polarizar substratos más profundos de la psique. Los famosos hechos reales se sitúan en una zona muy cercana a la vez que muy alejada, como los mitos. Alejada espacio-temporalmente, cercana anímicamente. Como los cuentos infantiles. Hace poco leí que la pornografía constituye la versión para adultos de los cuentos infantiles. Creo más adecuado afirmar que es precisamente este tipo de productos con su etiquetaje especial como al que hago referencia el que se acerca más al espíritu de los cuentos infantiles. En el preciso momento en que el/la protagonista se siente sol@ y rodeado de fuerzas malignas rememoramos nuestros días de la infancia cuando nos estremecíamos al enterarnos de que no todas las ruecas del reino habían sido quemadas.

martes, 30 de octubre de 2007

Lenguajes


Recuerdo haber visto en TV hace muchos –muchísimos- años una obra teatral (¿o un film?) cuyo tema giraba alrededor de un dramaturgo contemporáneo e incomprendido que quería demostrar a la humanidad que era un genio y con tal fin escribía una obra que hacía pasar en los círculos correspondientes por una pieza de Shakespeare. Cuando confesaba que la obra –ahora ya famosa- la había escrito él mismo nadie le creía. Ignoro –dada la tierna edad que tenía cuando vi la pieza- el valor de tal obra teatral (aunque lo sospecho fuertemente). Lo que sí me resulta claro es que muy difícilmente (por no decir que es imposible) alguien pueda concebir una obra de arte viva utilizando un lenguaje del pasado. El hecho no deja de ser curioso: las sinfonías de Beethoven están vivas, pero si un plagiador habilidoso se dedicara a escribir la décima sinfonía de Beethoven el resultado no podría estar demasiado vivo por muy perfecto que fuera (la primera sinfonía de Brahms es mucho más que la 10ª de Beethoven, pese a habérsela denominado así en muchas ocasiones desde su estreno). Con lo cual no estoy clasificando los lenguajes en progresistas y reaccionarios sino en los del presente y los del pasado. Las obras de arte más recientes amplían nuestra perspectiva –en algunas ocasiones también nos impulsan hacia algo tan categórico como un aumento de orden ó dimensión de conciencia- y, aunque a veces los artistas se ven impelidos a la desacreditación de la obra de sus inmediatos antecesores, en general las obras de un período acaban sedimentando junto con las de épocas anteriores para formar un complejo y vigente tapiz histórico. En otro campo de evolución-despliegue-fijación cultural como el de las ciencias de la naturaleza el proceso –aunque en muchos aspectos muy diferente al que nos ocupa- posee algunos interesantes paralelismos. Las teorías que han configurado un metaparadigma significativo se siguen considerando e incluso estudiando en las escuelas (así sucede con la mecánica newtoniana). El trasunto musical de la mecánica de Newton podría ser la obra de J. S. Bach, que se sigue apreciando como una gran realización del espíritu humano. Pretender que la mecánica relativista está más cerca que la newtoniana de la verdad absoluta sería como creer que la pieza de nuestro incomprendido autor dramático está tan cerca de la belleza absoluta como las de su ilustre modelo de Stratford-on-Avon. Como arriba es abajo y como dentro es afuera. Amen.

jueves, 25 de octubre de 2007

IMSLP


El pasado 19 de Octubre se clausuró –esperemos que tan sólo temporalmente- el International Music Score Library Project ó IMSLP , asociado al proyecto Wikipedia. Consistía en la creación de una base de datos on-line recopilando una cantidad más que considerable de partituras musicales de obras del dominio público. ¿El motivo? Pues la amenaza, por parte de la editorial de música austriaca Universal Edition, de llevar a cabo acciones judiciales debido a la diferencia entre los tiempos de protección de los derechos de autor en Canadá –desde donde se coordinaba el proyecto- (50 años post mortem) y en el resto del mundo (70 años post mortem). Técnicamente esta diferencia estaba solventada por la inclusión de filtros que impedían la vista de obras protegidas fuera de Canadá. Entre los objetivos próximos de IMSLP figuraba la inclusión de la obra completa de Johann Sebastian Bach. Xiao-Guang Guo, alma mater del proyecto, que contaba con numerosos colaboradores que se dedicaban a escanear partituras y a adjuntarlas a la base, ha declarado que él no podría afrontar un juicio de estas características y ha decidido tirar la toalla. El proyecto nació con un propósito similar al que anima a Wikipedia: contribuir a la difusión de la cultura en comunidades que tienen un acceso restringido a ella. Numerosas universidades y prestigiosas escuelas de música de USA apoyaban públicamente el proyecto (aunque el apoyo económico de gastos de servidor era generosamente costeado por Guo). En un foro abierto que crece a velocidad extraordinaria se plantean posibles salidas a la crisis, como un boicot internacional a UE, propietaria de los derechos de numerosas composiciones de autores del S XX, desde algunas sinfonías de Mahler hasta las obras de Berio y Boulez. Esperemos que pronto se normalice la situación y se reanude el proyecto que forma parte (junto con el proyecto Gutenberg y otros) de algo que hoy en día parece ya imparable.

domingo, 21 de octubre de 2007

Factores genéticos


El planteo de dualidades –al que tanta afición tiene nuestro entorno inmediato- conduce en muchas ocasiones a errores categoriales que llevan asociadas malas interpretaciones. Lo cierto es que lo he venido comentando ad nauseam. Acabo de leer una pequeña reseña sobre un libro publicado hace unos años que trata del llamado síndrome del emperador, verdadero problema social que en el fondo no es otra cosa que una manifestación más de la enfermedad que aqueja a nuestra sociedad. En el pasado año más de 5000 padres en España han denunciado a sus hijos tras un largo historial de amenazas y violencia física. Los profesionales coinciden en afirmar que los niños aquejados de tal síndrome muestran una falta importante de desarrollo moral y sentido de la culpabilidad, que les hace insensibles a las consecuencias de sus despóticos comportamientos, encaminados a la obtención puntual de todos sus deseos. Este colectivo de adolescentes se puede hallar también en familias con un desarrollado y responsable sentido afectivo y ausencia de permisividad en sus planteamientos educativos. Por lo que, además de reconocer la influencia de factores ambientales, este libro también apunta como causa del síndrome a factores de tipo predisposición genética. La distinción entre orígenes genéticos y ambientales, ó hereditarios y adquiridos es una más de las mil maneras de enunciar la dualidad cartesiana mente-materia. Esta distinción conlleva tácitamente toda una serie de corolarios que se asumen sin más. Por ejemplo, “si el origen es hereditario está grabado en piedra y es más difícil de tratar que si es adquirido” -algo así como la distinción hardware/software en el mundo informático-. ¿No sería más sencillo considerar que ambos tipos de factores constituyen formas alternativas y mutuamente correspondientes de considerar la cuestión? Dejaríamos entonces un poco de lado la obsesión por la causalidad, residuo mecanicista del que la física se deshizo ya hace un montón de años. También el modelo del cerebro como un ordenador, modelo reduccionista y puesto en tela de juicio por la mayor parte de estudiosos del tema. ¡No, Dr. Watson, no todo se puede explicar con ayuda de la doble hélice!

jueves, 18 de octubre de 2007

Hijos de Kuhn


Estoy leyendo la defensa que T. S. Kuhn esgrimió frente a sus críticos en el famoso congreso que tuvo lugar en Londres en 1965. A estas alturas, cuando buena parte de los protagonistas de la polémica no están ya en el mundo de los vivos, la escena cobra una significación histórica considerable. Bajo las discrepancias entre Kuhn y Popper-Lakatos se esconde algo más que una pura disquisición filosófica. En 1965 el término post-modernidad todavía era prácticamente desconocido pero el telón que separaba ambas weltanchaaungs ya formaba parte de la brecha que hoy día podemos trazar entre modernidad y postmodernidad. Sir Karl –como lo denomina Kuhn en su lecture-, a pesar de condenar a los enemigos de la sociedad abierta (entre ellos, Platón), apoya todo su edificio en una racionalidad construida alrededor de un mundo externo fijo. Por eso calificaba los métodos de su adversario de psicológicos en contraposición a los suyos, normativos. La posterior influencia de Kuhn –invocado, a veces, hasta extremos situados mucho más allá de sus límites originarios-, corrobora en cierta manera la crisis de la filosofía como tal, asociada a la crisis de la racionalidad más dogmática y a la creciente incertidumbre en la localización de los límites sujeto/objeto. Mientras leo las apasionadas –y, en ocasiones, elaboradas- disquisiciones intelectuales, veo –como Descartes- de forma clara y distinta, por estar situado cuarenta años más atrás en la historia, que las cosmovisiones respectivas han sido aprehendidas de forma gestáltica e intuitiva y que los ataques y defensas respectivos son cuidadosamente racionalizados antes de esgrimirlos sobre el adversario. Lo cual me hace más hijo de Kuhn que de Popper, como corresponde al Zeitgeist de nuestra época, crecientemente a-racional más que i-racional como pretendía el buen sir Karl.

viernes, 12 de octubre de 2007

Paradojas


Amo las paradojas. Constituyen un medio efectivo de ir más allá en nuestros planteamientos y reflexiones. Son como versiones “de andar por casa” de los koan budistas por cuanto a su utilidad se refiere. Nos sacan –aunque sea por unos instantes- de nuestro letargo mental en el cual las cosas están perfectamente clasificadas, cada una en un compartimento y cada compartimento en una posición determinada. La paradoja es el ombligo que existe entre la poesía y el mundo de la racionalidad (así como el koan lo es entre el mundo de la racionalidad y el de la transracionalidad). Y como punto de escape de la recurrencia relacional siempre está dispuesta a brindarnos una nueva visión en un plano de conciencia más amplio. Después de saborear una paradoja nos sentimos más sabios, más serenos.

jueves, 11 de octubre de 2007

Psicología y zapatos


En más de una ocasión he oído que alguien, en alguna entrevista, se refería a su gran capacidad para juzgar (ó mejor, clasificar) a un desconocido simplemente mirando los zapatos que llevaba. Esta intuición –que yo también he sentido, especialmente en épocas pretéritas- puede dar pie a numerosas e interesantes reflexiones. La primera se relaciona con nuestra capacidad (¿innata?) de reconocer patrones más allá de la codificación consciente. Cuando nos presentan a un individuo, creemos saberlo todo sobre él tan sólo mirándole la cara, las manos, sus ademanes y su indumentaria (¡empezando por los zapatos!). La segunda reflexión se refiere al origen de nuestra intuición. ¿La experiencia? ¿El inconsciente? Como que a medida que vamos teniendo más experiencia acerca del individuo en cuestión nuestras asunciones y seguridades iniciales se van derrumbando, la experiencia parece jugar un papel secundario –sí es importante, a posteriori, la experiencia de la vida que nos enseña a no confiar excesivamente en nuestras intuiciones iniciales-. La tercera reflexión atañe a la situación epistemológica: ¿A qué se refiere básicamente el corpus de nuestras impresiones iniciales? ¿Se refiere a características propias del individuo que nos acaban de presentar ó más bien a nuestra relación con las características que creemos que presenta tal individuo? La cuarta reflexión puede centrarse en la pregunta de por qué precisamente los zapatos y no cualquier otra pieza de la indumentaria es la que más nos segrega unos supuestos tipos. La cara y las manos son las partes más expresivas del cuerpo ¿Son los zapatos la base de la indumentaria? -cubren los pies, base y sostén de nuestro cuerpo-. Quinta reflexión: suele ser más fácil analizar a través de los zapatos –como a través de las manos ó la cara- a los hombres que a las mujeres, debido a su mayor transparencia. Última reflexión: Tal y como pontifica el personaje interpretado por Katherine Hepburn en The Philadelphia Story en respuesta a la afirmación –"cuando tuve suficiente edad como para juzgar a los demás…": -"la edad suficiente para juzgar a los demás es… ¡nunca!"

miércoles, 10 de octubre de 2007

Luchadores


El ganador y el perdedor son los consecuentes lógicos del luchador. Ambos comparten mucho más de lo puede parecer a primera vista. Son el fruto de un proceso por el cual el uno asume sus expectativas y el otro no las asume. ¿El resultado? Uno se siente realizado y el otro no. Pero esta realización suele ser parcial, y tanto el uno como el otro se vuelven a enfrascar en un proceso de lucha por el siguiente objetivo. Cuando un ganador repite sus triunfos ó un perdedor sus derrotas con asiduidad acaban configurando un ropaje que los sitúa de manera supuestamente fija en una categoría vital.
John Cage, convertido al budismo bastante antes de la eclosión New Age, explicaba a menudo una historia en la que un grupo de monjes cristianos y budistas viajaba y debía de cruzar un río. Los monjes cristianos ya tenían el agua en el cuello cuando los budistas les advirtieron: -¿Dónde vais? ¡Pero si unos metros más allá el río se puede vadear!

lunes, 8 de octubre de 2007

Mestizaje


Leo hoy en la prensa un pequeño estudio sociológico realizado entre un puñado de ex alumnos de secundaria en el que exponen sus experiencias, ideas, inquietudes sobre la educación que han recibido. Además de pedir a los profesores que comprendan sus puntos de vista (¿y por qué no han hecho ellos el esfuerzo de pensar que quizás los profesores comprenden más sus puntos de vista que ellos el de los profesores?), traen a colación un tema de máxima actualidad: la integración de los inmigrantes. Y lo hacen con unos términos muy en boga hoy en día: hablan de mutuo respeto, pero exigiendo que los que han llegado se integren en nuestra cultura. Aquí es en donde creo que los conceptos fallan. Cuando los emigrantes se integran en una cultura están contribuyendo a ampliarla, a desvirtuarla, en suma. Y lo que deja de resultar adecuado es la distinción nuestra/vuestra. El tan pregonado mestizaje no consiste en la dilución de dos ó más colores culturales para dar lugar a un gris intermedio. Se trata de la puerta a la emergencia de algo nuevo. Se trata de la asunción de que las culturas confrontadas son formas relativas de entender la vida y que precisamente de la consideración de tal relatividad puede aparecer una forma más amplia, más evolucionada de entenderla que cualesquiera de ellas. No se trata de una confrontación sino de una integración dialéctica, en suma. Todavía se tiende demasiado a pensar infantilmente en una medición de fuerzas ó capacidades de aprehensión de una supuesta realidad imparcial. Nuestras civilizaciones evolucionan al igual que nuestra capacidad de pensamiento: somos nosotros –nuestras estructuras de pensamiento- los que evolucionamos y no nuestra supuesta proximidad a una realidad absoluta.

lunes, 1 de octubre de 2007

Imágenes

Hace casi un par de años, el incipiente director cinematográfico Paul Festa tuvo la idea, en absoluto original, de realizar un documental sobre un material filmado por él mismo y consistente en la reacción seguida de la manifestación de qué imagen es sugerida a un elevado número de personas por la escucha –con audífonos- de una pieza organística de Olivier Messiaen, Apparition de l’Eglise Eternelle. Y, evidentemente, los diferentes sujetos del experimento –desde músicos profesionales hasta drag queens, pasando por periodistas, actores y una fauna de lo más variada- dan respuestas de lo más variopinto. Desde el éxtasis religioso hasta el infierno más pavoroso, pasando por el delirio erótico ó el gore más explícito. Según Festa, y dado que la escucha de esta pieza le impresionó especialmente en un período concreto de su vida, sumiéndolo –a él, ateo- en una especie de experiencia místico-erótica, quiso experimentar así con sus semejantes. Nos enfrentamos a la siempre difícil relación entre música e imagen. ¿Qué imagen sugiere el andante de la Sinfonía Júpiter? Seguro que su efecto será muy distinto si acompaña a una filmación sobre la campiña de Carintia en primavera, una carrera de coches de formula I, un documental sobre Auschwitz ó un filme pedagógico sobre la producción industrial de chapa de aluminio. Recuerdo una entrevista con Maurice Béjart en la que afirmaba que la sinestesia entre música e imagen funcionaba mejor por contraste que por semejanza (ilustraba el hecho con la potente imagen de una mano acariciando un brazo femenino acompañada por el sonido de un tren a toda velocidad). Creo que las obras musicales más ricas pueden ilustrar cualquier imagen, porque precisamente poseen ese carácter multifaceta que se adapta a multitud de contextos. Solamente en el momento en que la música se vuelve descaradamente imitativa es cuando la riqueza se pierde –en ese caso muchos creen que, en realidad, ya ha dejado de ser música-. Por otra parte, existen músicas con características tan visuales de movimiento que se adaptan mal a las imágenes. Pienso, en este sentido, en la declaración de Woody Allen a propósito de la selección musical para Love and Death. Después de intentar infructuosamente introducir música de Stravinsky el cineasta se percató de que sus imágenes resultaban absolutamente vampirizadas por la música, decidiéndose a utilizar la de su compatriota Prokofiev (ése es precisamente uno de los motivos por los que la música de Stravinsky resulta tan adecuada para ser coreografiada). La asociación entre música e imagen viene absolutamente mediatizada por el cliché y los referentes. Me gustaría saber qué hubieran respondido los conejillos de Indias de Festa frente al sonido también masivo de la organística Fantasia y Fuga en sol menor de Bach (¿Fervor luterano anti-erótico ó apocalipsis nuclear?).

sábado, 29 de septiembre de 2007

Pseudociencia


Cuando se observa experimentalmente un hecho físico que no puede ser explicado dentro de las estructuras que la ciencia del momento posee como bagaje se adopta una de dos soluciones: o bien se supone que en un futuro relativamente próximo se podrá dar cuenta teórica de tal fenómeno, o bien se lo ignora completamente, colocándolo, si conviene, en el equívoco cajón de los temas pertenecientes a la pseudociencia. El hecho de escoger entre un grupo u otro depende en gran medida del grado de alejamiento de la realidad cotidiana, de la frecuencia de observación ó simplemente del hecho de que tales observaciones experimentales caigan dentro de dominios que habitualmente maneja la ciencia. Así, por ejemplo, ni el efecto de “agrandamiento” de la luna cuando se halla cerca del horizonte ni el fenómeno de la descomposición radiactiva se hallan adecuadamente explicados por la física. Pero al ser fenómenos cotidianos y fácilmente mensurables, nadie los colocaría en el cajón de la pseudociencia. Es más, seguro que el grueso de la población cree que son fenómenos más que explicados por los expertos. Y la mayoría de los expertos piensa que algún día serán adecuadamente explicados sin tener que hacer grandes cambios en los planteamientos de la mecánica. Es, en cierta medida, lo mismo que sucedió cuando la teoría newtoniana fue incapaz de explicar ciertas desviaciones en los parámetros calculados para el planeta Urano. No se descartó la teoría sino que se esperó a que nuevos descubrimientos –la presencia del planeta Neptuno- revelaran al causante de tal desviación. Cuando se da cuenta de fenómenos como el “efecto de mirar por detrás a alguien”, la telepatía ó el efecto placebo, cuya etiología se escapa más a lo puramente físico y cuya reproducibilidad acusa más el efecto de la estadística, gran parte de la ortodoxia arruga la nariz y comienza a mirar hacia el cajón de la pseudociencia (aunque ellos mismos hayan experimentado alguna vez en propias carnes alguno de tales efectos, mucho más comunes de lo que pueda parecer a primera vista). Cuando el fenómeno considerado se acerca todavía más a lo que Jung clasificaba como sincronicidad (astrología, radiestesia), la balanza se decanta ya en la mayoría de los casos hacia la pseudociencia. Es entonces cuando el conocimiento científico es claramente insuficiente. La ciencia propiamente dicha sólo puede abordar fenómenos capaces de ser percibidos mental-racionalmente. Los fenómenos que precisan de gran energía psíquica para ser activados –por ejemplo, los sincrónicos- se hallan más allá de sus límites. Sería necesaria entonces una ciencia –ó como se la quiera llamar- transmental. Curiosamente, en castellano experimentar (notar en uno mismo una impresión ó sentimiento) y hacer un experimento (operación destinada a descubrir, comprobar ó demostrar determinados fenómenos ó principios científicos) tienen la misma raíz.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Verbos


En buena parte de las lenguas occidentales, el verbo utilizado para designar el acto de producir música o ejecutar una pieza dramática corresponde al “jugar” en castellano (to play, spielen, jouer, spellen). En castellano una pieza musical se “toca” y una obra teatral se “representa” (en italiano la música se “suona” y la obra teatral se “recita”). En castellano antiguo, algunos instrumentos musicales se “tañen” -bello arcaísmo-. Entre tocar, sonar y jugar podemos trazar toda una trayectoria que nos lleva desde una actividad relacional puramente objetal hasta una elaborada actividad multiestructural y subjetiva, pasando por una habilidad más o menos adquirida. Hace más de 35 años que constato, con tristeza, que el valor que se otorga al arte musical en España está situado entre los más bajos de Europa. Se sigue en gran parte asociando, con miope garrulería, el interés por la música culta con la pedantería intelectual y las manifestaciones musicales con los eventos sociales. Nunca he oído a nadie manifestar abiertamente que sea más caro, por término medio, asistir a un partido de fútbol que a una función de ópera. Eso sería desmontar una vieja creencia y a nadie le interesa hacerlo. Con todos mis respetos hacia el fútbol, que creo que cumple una función social muy importante. El fútbol, en castellano, sí se juega.

martes, 25 de septiembre de 2007

Sensibilidades cruzadas


Ayer me crucé, saliendo del trabajo, con un típico ejemplar de joven conduciendo un coche con gafas de sol y el volumen del reproductor musical a tope. Una vez más constato que nuestro momento dentro de la civilización es típicamente visual y muy poco aural. La vista es ahora tan sensible que su señal de input debe de atenuarse para no dañar el instrumento. El oído, contrariamente, está tan entumecido que hay que aumentar la señal para lograr la captación adecuada del estímulo. La vista está relacionada con la habilidad, la brillantez, la rapidez, la superficialidad, el cambio, la juventud, Urano. El oído está relacionado con la comprensión, la discreción, la lentitud, la profundidad, la consolidación, la madurez, Saturno. La vista es la principal generadora de espacio en nuestra conciencia racional; el oído es el principal generador de tiempo en tal estructura. Que cada cual haga su composición de lugar.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Paper generator


Después de leer numerosos escritos sobre tema musical en clave postmoderna vuelvo a mi eterno dilema. A pesar de las teóricamente infinitas posibilidades de enfoque, ya sea analítico ó también hermenéutico (en este último caso ya se ha viajado un grado más en la dirección opuesta al objetivismo), tengo la sensación de una falta total de convencimiento sobre lo que se está exponiendo de forma aparentemente tan apabullante. Cada vez más, los productos de los ensayistas de la postmodernidad se parecen más a los paródicos papers generados aleatoriamente por alguno de los ingeniosos dispositivos que existen en la red, como el brillante The postmodernist generator. Si se une esta tendencia a la de la creciente logorrea , pronto colapsaremos la red con contenidos que en realidad no interesan a nadie más que para hacer crecer el currículum vitae y obtener así más poder. Pero este colapso se da solamente si mantenemos nuestro enfoque cognitivo fijado en la perspectiva mental-racional. Si nos abrimos a la intuición y vamos más allá, las diferentes perspectivas (otrora confrontadas, mutuamente toleradas subsecuentemente por formar parte de la misma sopa) dejan de tener entidad individual y aparecen como cortes virtuales de una realidad superior. El campo de las ciencias naturales ha permanecido en buena parte al margen de la vorágine postmodernista. Esto ha sido bueno desde el punto de vista de la claridad, pero también muy malo por lo que ha supuesto de refuerzo de la visión de perspectiva única con su dualista apostilla verdad/mentira.

martes, 18 de septiembre de 2007

Anécdota


En 1873, año de proclamación (1874 fue el año de la disolución) de la I República Española, un antepasado mío que poseía una tienda de comestibles en la ciudad de Sabadell observó con sorpresa, al ir a abrir la tienda a primera hora de la mañana, que se había formado una gran cola de personas enfrente de su negocio. Al preguntar a qué se debía tal aglomeración de clientela, fue informado de que se acababa de proclamar la república. -¿Y qué?-, pregunto mi mosqueado antepasado –Pues que por esta razón venimos a quedarnos con todo el género-, le respondieron los ingenuos parroquianos. Mi antepasado tuvo que dedicar la primera hora de su trabajo a explicar al ahora un tanto frustrado vecindario en qué consistía esto de la república, que no tenía nada que ver con la jauja y que ahora era cuando más se necesitaba del trabajo de todos y cada uno. En esa lejana época, la proclamación de la república en un estado monárquico todavía tenía una gran significación política y unos ciertos visos de aventura romántica. Hace unos días unos individuos quemaron públicamente una fotografía del rey de España, armando un gran revuelo en ciertos medios de comunicación –que no, por suerte, en el grueso de la población-. El nivel cultural del español medio ha evolucionado, lógicamente, desde los agitados días de 1874, pero todavía está un tanto a la merced de la reacción tripera y el primitivismo. Seamos todos un poco más maduros, tanto los quemadores de fotos como los agitadores de la prensa. A mí, francamente, el debate alrededor de la monarquía se me antoja muy de otra época. Veremos como está la situación de aquí a otros 133 años…..

domingo, 9 de septiembre de 2007

Trascendencia



Uno de los impulsos que el ser humano ha ido desarrollando de acuerdo con su grado de evolución lo constituye su tendencia a la apertura a niveles superiores, a la trascendencia, en suma. Sea cual fuere su esencia originaria (una necesidad psíquica que se va desplegando de forma natural o simplemente el miedo a la muerte ó al sufrimiento), la tendencia existe y ha existido a lo largo de la historia. Y cada sociedad ó civilización la ha incorporado a sus estructuras ateniendo a diversos factores culturales hasta modelar un manual de uso para todos los miembros de la tribu. Esto es válido desde la etapa inicial en que la magia llega a configurarse como el elemento cohesionador, durante la etapa en que los mitos ocupan tal espacio y hasta la época mental en que las religiones reveladas, con sus maestros espirituales hacen su aparición. Llega un momento en la historia en el cual la propia expansión de las civilizaciones (pienso especialmente en la occidental) hace que éstas se lleguen a poner en contacto físico. Es la época Moderna. Entonces las religiones se llegan a considerar verdades absolutas incompatibles entre sí. De la misma forma se considera que hay civilizaciones superiores a otras. Es la época de la expansión colonial y de las guerras de religión, hechos muy relacionados entre sí. La Ilustración, y posteriormente el S XIX, se encargarían de dar la vuelta al tema: las religiones no corresponden a verdades absolutas (puesto que pasa a ocupar la ciencia), sino a formas de explotación ó folklores primitivos. El retorno a la espiritualidad que se observa ya desde principios del S XX corresponde con un cambio de actitud: las religiones son manifestaciones culturales del impulso trascendente que cada civilización ha modelado de acuerdo con sus características particulares. Es la visión postmoderna. Los individuos más evolucionados desde el punto de vista espiritual (por ejemplo, los místicos de cualquier tradición) en muchas ocasiones han prescindido de las religiones. Se han situado, avant la lettre, en un estadio mucho más avanzado de lo que han hecho el resto de sus compañeros de tribu, por encima de su bagaje cultural. Jung proclamaba que un occidental nunca puede ser un auténtico budista. Es posible. Pero las diversas experiencias trascendentes se hallan por encima de las diferentes manifestaciones culturales. Es el paso a otro estadio de conciencia.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Residuos junguianos de nuevo


¿Cómo afecta el paso del tiempo a los hallazgos y realizaciones artísticas, científicas o religiosas de un período? Es evidente que, al llegar a cierto punto, todo envejece. El margen de tiempo para que esto empiece a suceder depende tanto de los ámbitos socioculturales en que nos movamos como en la capacidad de permanencia de la propia obra. Dejando a un lado las obras de arte, las religiones o los constructos científicos que ya nacen muertos y teniendo en cuenta solamente los que resultan válidos durante un período de tiempo razonablemente largo podemos considerar que estas realizaciones están cargadas de energía psíquica capaz de interaccionar y mover la conciencia de generaciones y generaciones. ¿Dónde se sitúa esta energía psíquica cuando esto deja de suceder? Cuando observamos restos de antiguas civilizaciones se percibe a menudo la presencia de fuertes contenidos que se nos aparecen como simbólicos y que no experimentamos como energía psíquica ‘inside the paradigm’ -es decir, que, interaccionando con el inconsciente, lleguen a mover nuestra conciencia-, sino más bien como si interaccionaran con regiones más profundas del inconsciente.

lunes, 27 de agosto de 2007

Presentaciones


Creo que vale la pena echar una ojeada al artículo aparecido en 2003 en el New York Times en el que se comenta y ejemplifica de forma impactante el excesivo culto que se dispensa actualmente a una herramienta informática como PowerPoint. Existe todavía un atavismo según el cual tenemos gran tendencia a otorgar a la letra impresa (o bellamente dispuesta, como en las presentaciones de PowerPoint realizadas por especialistas en el tema) el valor de la certeza casi absoluta. El problema con PowerPoint es que se utiliza en numerosísimas ocasiones para realizar presentaciones sobre temas que pueden ser muy complejos a grupos de decisión que no conocen los mínimos entresijos de dichos temas. Por lo que es muy fácil vender gato por liebre, minimizando problemas/riesgos y ensalzando a la vez ventajas/seguridades. El resultado puede ser una decisión grave tomada a la ligera, a la luz de una simple diapositiva con cuatro simples –o, mejor, simplistas- guiones. El origen del problema, sin embargo, también es complejo. Al referido atavismo se unen la creciente incapacidad de los líderes y la tendencia a ver el mundo a través de un esquema fijo. Esta tendencia se ve reforzada si nos obstinamos en seguir utilizando la herramienta informática únicamente para imbecilizarnos, tal como apunta el comentarista.

viernes, 24 de agosto de 2007

Provisionalidad


Nuestras posibilidades tecnológicas, aparentemente, han aumentado en los últimos decenios de forma exponencial. Somos capaces de construir edificios, líneas férreas, autopistas ó puentes en tiempos récord. Sin embargo, los edificios pierden cuando menos su recubrimiento, las autopistas se agrietan, los adoquines de las calzadas están sueltos....También somos capaces de encoger los dispositivos electrónicos hasta límites hace poco insospechados, de digitalizar cualquier tipo de información ó de comunicarnos desde cualquier lugar con cualquier otro lugar. Sin embargo, somos incapaces de hacer que tales dispositivos duren más allá de su primera amenaza de fallo, momento en que nos deshacemos de ellos y los substituimos alegremente por otros mientras proclamamos nuestra total adhesión a la idea de sostenibilidad. Además, en cada nuevo ciclo tales dispositivos muestran una apariencia progresivamente menos sólida y más frágil.
Toda esta carestía en lo permanente es reflejo del momento en que vivimos. No estamos precisamente en un período floreciente de la civilización. Nos hallamos más bien en un período de cambio. Los restos arqueológicos que nos han llegado provenientes de antiguas civilizaciones correspondían a períodos florecientes. Los períodos de cambio necesitan de toda su energía para mantener y sostener tal cambio. No les sobra nada para dejar un legado de futuro lejano con ciertas posibilidades de permanencia. Todo aparece teñido de provisionalidad.

viernes, 3 de agosto de 2007

...uno de mis temas recurrentes favoritos...


En numerosas ocasiones en las que se pretende acotar la consideración de la racionalidad más absoluta en cuanto a visión de la realidad, el hecho es percibido desde los rincones más convencionales del sistema –es decir, por un buen 85 % de él-, como una concesión al sentimentalismo, a un cierto retorno a la naturaleza, o, simplemente, a la irracionalidad. Es decir, un poco como un retorno al romanticismo, al mito del buen salvaje ó a las bacanales romanas. Entonces, de manera casi automática, surgen las consiguientes dualidades: sentimiento/razón, naturaleza/cultura, ó bien apolíneo/dionisiaco….En el fondo, lo único que se hace es identificar la racionalidad con la totalidad de la realidad, ó como la única manera posible de percibirla. Entonces ó bien te hallas dentro ó bien te hallas fuera de esa estructura única. Todo se simplifica cuando se deja de considerar la racionalidad como la forma verdadera de percibir el mundo. Pero no porque otras formas alternativas también puedan ser verdaderas –la visión post-moderna- sino porque todas esas formas siguen una cadena que resulta de la evolución de nuestras percepciones/constructos y la racionalidad resulta ser únicamente un paso más de la cadena, y no el nec plus ultra en cuanto a estructura de conocimiento. Es el viejo tema de la transparencia en la percepción. Cuando la estructura racional, ya en su fase puramente defectiva, está más que agotada y no se hace otra cosa que dar vueltas entorno a ella lo que hay que hacer es abrirse al siguiente eslabón de la cadena y no aferrarse al eslabón agotado.

jueves, 2 de agosto de 2007

Más sincronicidades


La desaparición, con pocas horas de diferencia, de dos cineastas tan significativos como Bergman y Antonioni ha vuelto a ejemplificar el fenómeno de constelación que Jung denominaba sincronicidad –y definía como coincidencia en el tiempo de fenómenos significativamente unidos pero sin relación causal mutua- y que todos, en mayor ó menor grado, hemos experimentado en más de una ocasión a lo largo de la vida. Parece como si se entrara en un campo de acción determinado que une así los hechos significativos. Cuando el pensamiento racional, centrado en la causalidad, es incapaz de encajar este tipo de fenómenos, recurre al concepto comodín de la casualidad y descarga así cualquier pequeña sombra de duda. La historia está repleta de este tipo de “casualidades”: Bach y Haendel, los mayores compositores barrocos, nacieron en 1685; Wagner y Verdi, los mayores operistas del XIX, nacieron en 1813….Tanto Bergman como Antonioni hablaron de las crisis, especialmente de las individuales el sueco y de las colectivas el italiano. Ambos trataron sobre el silencio; el silencio de Dios el de Uppsala y el silencio de los humanos en la era industrial el de Ferrara. Ambos fueron autores de culto en una época en que buena parte del cine de autor quedaba relegado a las salas llamadas “de arte y ensayo”. Me quedo, para mi uso personal, con buena parte de la obra del escandinavo (especialmente con Fresas salvajes, Persona, Sonata de Otoño) y con una parte menor de la obra del romañés (Le Amiche, L’Avventura, Blow-up). Pero esto son sólo gustos personales.

viernes, 27 de julio de 2007

El relojero suizo


¿Quiere que la próxima escucha de los Valses Nobles y Sentimentales, el Concierto en Sol ó L'Enfant et les Sortilèges le generen cierto grado de amargura? El resumen que transcribo está sacado de un número del año 2001 del rotativo The Guardian. Es una investigación periodística que intenta relacionar dos hechos: la casa-museo Ravel en Montfort-l'Amaury se está viniendo abajo por falta de inversión, y Boléro sigue siendo una de las piezas de música sinfónica más ejecutadas (se calcula que cada 15 minutos, en algún lugar del planeta, en su forma original ó en cualquier arreglo, está generando derechos de autor). Transcribo:

Cuando Maurice Ravel falleció en 1937, tras una operación cerebral realizada in extremis con objeto de mejorar la enfermedad degenerativa que le impedía seguir componiendo, dejó todas sus pertenencias y derechos a su único hermano Edouard, quien convirtió la casa de Montfort-l’Amaury que había ocupado durante tantos años el maestro en un museo. Todo fue tal como se había previsto hasta que en 1954 Edouard y su esposa sufrieron un grave accidente de automóvil. Como necesitaban ayuda en sus quehaceres diarios, contrataron a una pareja, formada por Jeanne Taverne, enfermera de 48 años, y su marido Alexandre Taverne, que hacía de chofer. Cuando la esposa de Edouard, dos años más tarde, falleció, la pareja se instaló en el domicilio. En 1957 Edouard Ravel hizo un viaje a París para conmemorar el 20º aniversario del fallecimiento de su hermano y, para la satisfacción general, anunció su intención de ceder el 80 % de los derechos del compositor a la ciudad de París, con la idea de poner en marcha algo así como un Premio Nobel de la música.
Pero de vuelta a casa, por razones harto sospechosas, declaró a Jeanne Taverne como su única heredera. No le pudieron hacer cambiar de parecer ni siquiera las súplicas del propietario de Durand, principal editorial de la música de Ravel.
Mientras tanto, el director de la SACEM (la sociedad de autores francesa), Jean-Jacques Lemoine, observaba de cerca estas maquinaciones. Sabía perfectamente el valor de Ravel, que era entonces el autor que más ingresos generaba en toda la institución. Eduard murió en 1960, dejando tras él una amarga batalla legal entre los Taverne y los parientes suizos de Ravel (el padre de Maurice y Edouard era de origen suizo). Durante el tiempo que duró el proceso (unos 10 años) Lemoine, astutamente, congeló todos los ingresos a favor de Ravel. Cuando en 1970 el más alto tribunal de apelación de Francia dictó a favor de Alexandre Taverne (Jeanne había muerto en 1964), el antiguo chofer recogió la bonita suma de 3,6 millones de libras esterlinas. Pero la cosa no acaba aquí. En aquella época, más o menos, Lemoine renunció inesperadamente a su puesto en la SACEM para fundar un gabinete privado. Su primer cliente no fue otro que Alexander Taverne. No satisfechos con los ingresos percibidos, Taverne y Lemoine intentaron pescar también una parte substancial de los derechos del editor. Llevaron al propietario de Durand Editions, René Dommange, a los tribunales, pidiéndole que reescribiera sus contratos originales con Ravel, que otorgaban en la mayoría de los casos el 75 % de los derechos al editor en vez del acostumbrado 33 %. Dommange, que contaba entonces ochenta y tantos años de edad, no se sintió con fuerzas para luchar y cedió con facilidad. Cuando Taverne, que por entonces se había casado de nuevo, tuvo en sus manos todos los contratos originales, los reescribió junto con Lemoine y ambos se dividieron los derechos de autor debidos a grabaciones. Lemoine creó una compañía (Arima: Agencia Internacional de Management de Derechos de Autor) expresamente para tal fin. De forma todavía no explicada, en 1972, Alexandre y Georgette Taverne cedieron una parte de sus derechos a Arima. En la actualidad, los supervivientes de la familia Taverne, Georgette y su hija, declararon en 2000 a Le Point que no habían recibido un céntimo de los derechos de Ravel desde hacía mucho tiempo. Según ellas, es Lemoine –ahora por encima de 90 años y residiendo en Mónaco- el único perceptor de las millonarias rentas (que solo en los últimos 25 años se sitúan alrededor de los 30 millones de libras esterlinas), aunque esta afirmación es contestada por el propietario hasta 1982 de Durand Editions, Jean_Manuel Scarano, quien afirma que las Taverne se siguen beneficiando generosamente del talento de Ravel. Arima tiene su base en Gibraltar –más tarde, en las British Virgin Islands-, y son propietarias 3 compañías (Dunsmoor Ltd., Greenford Holdings y Anglo Swiss Directors Ltd, sobre las cuales nadie parece saber nada.

¿A que después de leer esto, la música del que Stravinsky apelara el relojero suizo suena más tristemente?

jueves, 26 de julio de 2007

Academias


En cierta ocasión Stravinsky se refirió a las Academias como “un conjunto de gente de lo más mediocre, que busca satisfacer su vanagloria eligiendo entre sus miembros a algunas personalidades realmente destacadas”. Creo que tenía mucha razón (aunque su frase fuera resultado de la rabieta que siguió a la decisión por parte de los miembros de la Academie Française de preferir como académico al compositor Florent Schmitt antes que a su genial persona). Esta función de parapeto –bajo los más distintos nombres- la seguimos encontrando en los más diversos marcos de referencia. Ya he comentado en alguna ocasión lo ostentoso que resulta el nombre de la Ciencia cuando se la invoca enfurecidamente por parte de gente que ni siquiera se ha planteado el sentido profundo de la evolución de las estructuras de conocimiento. También resulta cuando menos patética la llamada al silencio delante de la decisión de las Academias “menores” de las Artes y Ciencias del espectáculo-o-lo-que-sea cuando toman decisiones alrededor de premios y merecimientos. La adjetivación de academicista en el mundo del arte todavía tiene connotaciones claramente negativas. Negativas porque van sutilmente unidas a una consideración de falsedad, vacuidad ó, simplemente, pompierismo. ¿Por qué, entonces, los medios de comunicación en la actualidad se llenan tanto la boca con las dichosas academias? Simplemente porque es mucho más cómodo parapetarse en el cliché de la expertise que investigar con un poco de seriedad y ahondar más en las cosas.

viernes, 13 de julio de 2007

Cosificación


Existen individuos cuyo objetivo vital, a menudo inconsciente, consiste en la demostración urbi et orbe de su sobrada capacidad para cualquier cosa. Y este objetivo nace en muchas ocasiones (ó hace su primera aparición) en edades muy tempranas. Como si más tarde quisieran restregar por la cara al mundo la injusticia que se cometió cuando supuestamente se les infravaloró. Estas frustraciones infantiles son en ocasiones derivadas de una excesiva represión en la niñez ó adolescencia. Y hay gente que llega a gastar verdaderas fortunas, y aún la salud, con tal de lograr su objetivo. Aunque la falta absoluta de represión –esto ya se empieza a observar en nuestro entorno social- tampoco conduce a ninguna situación ideal. Muy al contrario, está dando pie a un narcisismo difícilmente manejable. La necesidad de demostración a la que antes aludía aleja a su protagonista del mundo por hinchazón desmesurada del yo. Característicamente, el narcisismo difícilmente manejable también tiende a aislar del entorno a su víctima. ¿De dónde proviene entonces tanta tendencia yoica desmesurada? Sencillamente, se trata de una respuesta a la salvaje cosificación en la que todos nos vemos atrapados, tanto en el papel de ejecutores como en el de vícitmas.

lunes, 2 de julio de 2007

Tradición, folklore, moda


El sentido gregario y las fuerzas aglutinadoras actúan de hecho en muy diversos tipos de estructura social que se desarrolle en el tiempo, dando lugar a lo que llamamos comúnmente tradición, folklore, moda. Cada una de estas estructuras posee un ámbito espaciotemporal característico, que a su vez define una unidad cultural determinada, como una civilización, una manifestación local ó un período histórico. La tradición abarca los aspectos más esenciales de una civilización, y es por ello que ocupa grandes extensiones espaciotemporales que le dan un aire de estabilidad relativamente fuerte. El núcleo de la tradición contiene los elementos culturales más esenciales de la existencia humana: la religión, el arte y el pensamiento. El folklore se refiere más a una manifestación cultural local, en muchas ocasiones residuo de una tradición anterior que no ha sobrevivido, eclipsada por otra más moderna con un mayor ámbito de aplicación. Mientras que el folklore, por haber perdido su esencia temporal, se inscribe en el apartado de la espacialidad-localidad, la moda delata su temporalidad, marcando el paso del tiempo dentro de una misma tradición. Tradición, folklore y moda se tienden hoy día, como tantos otros temas, a cosificar. Simplemente basta con digitalizarlos –operación sumamente tramposa en este caso, pero que se realiza con marcada facilidad- y ya podemos empezar a editar, copypastear y construir. Eso es relativamente sencillo de hacer con la moda. Utilizando los medios publicitarios, no es difícil hacer que una gran parte de la población siga unos dictados determinados, por peregrinos que parezcan. Además, el virus de “estar al día” se extiende con asombrosa facilidad. El folklore también ha sido objeto de manipulación. En ocasiones se recupera una tradición folklórica a medias, ó se utiliza como arma arrojadiza. En el caso del folklore, además, dado que sus orígenes son en muchas ocasiones inciertos, situados en una época de conciencia mítica ó mágica, la manipulación es más sencilla. Una tradición no se manipula con tanta facilidad. Cuando está moribunda, simplemente, es reemplazada por otra ó acaba siendo integrada en una nueva síntesis.

viernes, 29 de junio de 2007

Caridad


Retomando el final del hilo del anterior post, hay un tema que parece bastante relacionado con el de la igualdad por nacimiento –al menos, parece tener su origen también en la Ilustración- y es la de la conveniencia de la substitución de la idea de caridad por la de justicia social. Los que proclaman tal conveniencia dicen hallar bajo el epíteto caridad unas connotaciones demasiado teñidas de beatería, de deber ó de gracia más que de derecho y absolutamente dirigidas ó dirigibles. Algo de razón tienen. Pero el hecho es que, una vez más, se está cometiendo un error categorial al comparar ó excluir mutuamente dos conceptos muy diferentes. La caridad –que, ciertamente, está en la base de la mayor parte de las tradiciones religiosas no primitivas- supone un acto creativo volitivo realizado de forma personal ó colectiva y que consiste en la participación en mayor ó menor grado en un karma ajeno. La caridad supone, por tanto, una siquiera parcial identificación y también una renuncia. Pero esta identificación no es la de la bolsa amniótica, el caos primigenio ó la unión mágica. Es la identificación mental ó transmental. Por eso las tradiciones religiosas más modernas (taoísmo, budismo, cristianismo e islamismo) son las que más hablan de caridad (o compasión, término análogo), cada una coloreada por su entorno correspondiente. Podría pensarse también, hablando de manera alternativa, que la justicia social es el trasunto despersonalizado de la caridad, de la misma manera que las normas de seguridad lo son de la precaución ó las normas de convivencia lo son del civismo. Frente a una desgracia la justicia social podrá asegurar económicamente la situación –o incluso anímicamente, con asistencia psicológica, otra forma despersonalizada de acción-, pero la única manera de compartir, consolar, amar y dar esperanzas pasa por el ejercicio de la caridad.

miércoles, 27 de junio de 2007

Espacio intersubjetivo


Nuestra ansia extrema por querer situar cualquier evento dentro de las coordenadas de nuestros modelos mentales –y excluir categóricamente aquellos que no encajen adecuadamente dentro de los mismos- ha acabado por hacer creer a la comunidad en la existencia de un espacio neutro común que simplemente se colorea con nuestros pensamientos y acciones. Es el modelo de la dualidad realidad dura-mente blanda. Los modelos alternativos, en el muy infrecuente caso de que se consideren, son tomados por simples involuciones, concesiones a la debilidad humana o, simplemente, cosas de locos. Entonces cree el espacio común que los autoexcluídos del único sistema posible forman parte de la cola de cierta distribución gaussiana que, partiendo de los casos “suaves” de poetas se extiende hacia los “activistas alternativos” para acabar en el grupo de los delincuentes y los terroristas. Me parece mucho más conveniente considerar un evento como una manifestación que cada uno percibe según su nivel de conciencia y conceder que el espacio común neutro no es más que un foro de intersubjetividad necesario para el entendimiento mutuo. Como las leyes ó el civismo. Pensar que todos somos iguales, percibimos igual y aplicamos idénticas estructuras de conocimiento para analizar los eventos es tan ingenuo como proclamar la igualdad por nacimiento de todos los hombres. Como sostenía Hanah Arendt, las leyes que proclaman la igualdad son necesarias precisamente porque tal igualdad no existe de forma natural.

martes, 29 de mayo de 2007

(Falta de) Evolución


En los últimos tiempos ha aumentado en mi ciudad el número de personas que, mostrando una inquietante falta de intuición por lo que a las leyes físicas más inmediatas se refiere, se lanzan a la calzada mientras un vehículo está a punto de cruzarla. Quizás en el futuro este ejemplo será mostrado como una versión más de evolución darvinista. En este caso no sobrevive el más fuerte sino –como lo prescribe el modelo original- el más adaptado. En estos últimos tiempos, también, se está produciendo un fenómeno relacionado con este tema: el modelo darvinista ha sido colocado en el punto de mira de los famosos grupos neocon americanos y se utiliza como “testigo revelador”. Dígame cuál es su posición al respecto y le diré a qué grupo pertenece: o bien pertenece al grupo de los que creen que responde a la verdad ó bien pertenece al grupo de los que creen que responde a la mentira. El primer grupo da muestras de situarse en un mundo de hace doscientos años; el segundo va diez veces más atrás. El dualismo verdad/mentira es una versión más de la dificultad de la mente para evolucionar más allá de ciertos límites. La teoría y modelo darvinianos representan un modo de pensar propio de su época, como también refleja –y configura- su época la teoría y modelo newtonianos. En una época en que la filosofía postempiricista considera que los problemas epistemológicos no se deben ya resolver, sino disolver (remarcando con ello claramente el carácter limitado de la propia disquisición filosófica), la dicotomía Darwin sí/Darwin no se me presenta como algo muy cándido, muy naïf. Y a la vez, también, muy peligroso. Porque la única salida que tiene es la del ascenso dialéctico. El resto no es nada más que confrontación estéril.