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miércoles, 22 de noviembre de 2023

Contajes

 


              Entre la tradición Oriental y la tradición Occidental (así, hablando en macro) existen casi siempre contrastes. Contrastes que en cierto modo se van suavizando a lo largo de un irregular proceso de mestizaje dialéctico. Un contraste que me parece muy sugerente hace referencia al acto de contar. En Occidente ‘contar’ se refiere a cuantificar, usualmente pertenencias y, más concretamente, dinero. Contar es propio de tacaños o gente con el corazón enfermo (Euclio, Harpagon, Mr Scrooge). Al menos es lo que sucedía en momentos más prestantes de la civilización occidental. Quizá hoy en día este tipo de personaje merece un respeto porque todos los paradigmas son válidos. En las tradiciones orientales, contar no hace referencia necesariamente a cuantificar. Dentro de las diferentes corrientes meditativas, a menudo el primer paso, el que ayuda al aprendiz a perfeccionar su técnica, se basa en el contaje. El objetivo de tal acción es el del descentramiento. De forma significativa, en occidente el contaje de ovejas, acto muy similar, se utiliza para dormir, ya que el descentramiento conduce a la pérdida del yo, que se asocia a la inconsciencia, a la disolución. He aquí, pues, la gran diferencia. Mientras que para unas tradiciones la conciencia más profunda se basa en el desapego, para las otras se basa en la permanencia del yo (cogito, ergo sum). Recuerdo que cuando mi hija, recién adoptada y con un conocimiento prácticamente nulo de la lengua, bajaba y subía escaleras en el metro, contaba los peldaños en voz alta. Una forma interesante de situarse en un mundo absolutamente nuevo. La suave, meditativa e hipnótica música del compositor Morton Feldman requiere un constante esfuerzo de contaje por parte del intérprete. Aunque la mayor parte de las músicas se basan en un contaje, en este caso los requerimientos de la atención son mucho mayores, hecho que contrasta con la poca apariencia rítmica del discurso. Ello provoca en el intérprete una especie de trance por focalización de una atención plena que, a la postre, se transmite a los oyentes. Los psicólogos de cualquier tendencia indican que cuando uno se siente invadido por un impulso poco sano que invita a una rápida acción desmesurada, una buena táctica consiste en contar hasta diez antes de dejarse invadir. Es como poner el reloj en standby, como procurar un tiempo muerto de acción en donde re-centrarse y permitir que el neocórtex controle al cerebro reptiliano. Contar, paradójicamente y en cierta medida, es situarse fuera del tiempo.