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jueves, 28 de diciembre de 2006

Harry Potter y la Falacia Pre-Trans


A los niños les encanta ver una y otra vez el mismo film hasta que se saben de memoria el más mínimo detalle. De esta forma hacen totalmente suya la historia que ven hasta literalmente fundirse con ella. Gracias a esta conocida tendencia he podido ver unas 500 veces, de forma fragmentaria, una aventura de Harry Potter. En esta historia de fondo peterpaniano nos encontramos una vez más con padres bondadosos muertos y padrastros malévolos vivos y molestando a la inocencia infantil con sus racionalistas ataques a la magia y a la imaginación. Al igual que Peter Pan, Harry Potter es un monstruo más horripilante que cualquiera de los que aparecen en sus aventuras. Niños que no quieren evolucionar, que confrontan su supuesta inocencia con el vil mundo de los mayores. Es una forma de ver el mundo, no peor que otras, pero sí, evidentemente, menos evolucionada. El padrastro malvado probablemente es tan malvado como el perverso Dr Caligari, que no es otro que el bondadoso director del manicomio en donde está recluido el loco que explica la historia del famoso film. Una vez más, la falacia pre-trans. Los cuentos de hadas son muy útiles, pero su utilidad es del mismo tipo que la del chupete. A partir de cierta edad el chupete está mal visto, aunque en ocasiones se buscan substitutos de todo tipo. Existe un tipo de cuento más evolucionado, la historia moral ó la fábula. Bajo este punto de vista considero La Cenicienta ó El traje Nuevo del Emperador (¡genial¡) más cercanos al mundo del adulto que las historias de mayores perversos y niños buenísimos. Muchos estudiosos (la junguiana Marie-Louise von Franz entre ellos) han estudiado con profundidad el significado psíquico de los cuentos de hadas. No puedo añadir nada nuevo. El paraíso no se encuentra al principio de la evolución, sino al final, después de despertar de todos los sueños, que nos envuelven a todas las edades.

martes, 19 de diciembre de 2006

Artilugios


En los últimos meses he tenido ocasión de visitar diversos centros de enseñanza primaria. En todos ellos el "laboratorio" ó "taller" ó "lo-que-sea" de informática adquiere cualidades de sancta santorum. El ritual, como es de suponer, lo celebran los educadores, no los niños. Creo que los niños se manejan perfectamente con los ordenadores, artilugios con botones, mandos a distancia y teléfonos móviles. Los mayores no tanto, y por ello proyectan tan fácilmente sus frustaciones sobre los niños. Los mayores quieren que sus niños, de mayores, sean premios Nobel ("il sera pharmacien parce que papa ne l'etait pas"). Yo prefiero que mi hija sea ella misma, pero que alcance suficiente madurez emocional como para situarse en una zona de elevado nivel de conciencia que le permita sobrevivir con dignidad. Por eso preferiré explicarle ideas que funcionamiento de artilugios. Yo le explicaré a Kant y a Einstein mientras ella me asesore de cómo caray se utiliza el teléfono móvil. De esa manera evitaremos al Gran Hermano.