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sábado, 28 de marzo de 2009

Burócratas


Hoy he rellenado un “cuestionario de satisfacción” a la salida de un concierto. Los cuestionarios de satisfacción son los instrumentos preferidos de los burócratas que desean perpetuar su incompetencia sobre los temas técnicos que gestionan. Es un modo de justificarse aparentemente democrático y políticamente correcto. Sin embargo, el feed-back que proporciona impide de forma casi absoluta el crecimiento, la puesta al día. El gran público nunca querrá apartarse de los caminos más trillados. Y si lo hace, será para hacerlos todavía más estériles. Muy a menudo simplemente por desconocimiento de repertorios menos frecuentes. En otras épocas este tipo de cuestiones se dejaba en manos de conocedores que intentaban, además de contentar al máximo número de asistentes, cultivar sus gustos para que éstos se ampliaran dando como resultado un enriquecimiento progresivo conducente a una independencia de criterios. Un poco como la definición clásica de la prensa, cuya misión era informar, formar y entretener, aunque hoy en día quizás sea más bien desinformar, embrutecer y alienar. Pronto los burócratas de turno pedirán a los niños que elaboren ellos mismos los programas escolares, si es que todavía no lo han hecho ya. El camino del crecimiento nunca es un camino regalado.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Freaks


La parte más ruidosa y aparente de nuestra sociedad necesita una ración diaria en sus mass media de la dieta dual de freaks y beautiful people. Los freakies para comprobar con alivio que existe gente más chalada que nosotros mismos ó los elementos del entorno que habitualmente nos rodea. Se los considera algo así como los bufones del sistema. En épocas pasadas a los elementos muy singulares se les llegaba a relacionar con la divinidad, como a los idiotas de la Rusia clásica ó a los epilépticos en la Roma antigua. Ahora bien, su función bufonesca también fue explotada hace ya siglos, como queda plasmado en los cuadros de Velázquez en donde observamos a seres con deformidades físicas y mentales pero con miradas infinitamente más humanas que las de los seres a los cuales divierten. El bufón freak se revela durante el S XIX contra su explotador, alegando el abuso y la anulación de los derechos humanos más elementales pero, a finales del S XX decide prescindir de honor y dignidades elementales para volver a vivir a costa del sistema. Y hoy en día hay cola para este puesto de trabajo. La beautiful people corresponde al elemento que en otras épocas configuraba las lecturas de vidas ejemplares. Ahora la fuerza moral, el espíritu de sacrificio y los ideales de la justicia se relegan a la ejemplaridad demasiado costosa, la que se intenta evitar. En cambio, las andanzas de la beautiful, curiosamente compuesta por unos elementos que tienen con los freakies mucho más en común de lo que parece en primera instancia, tienen la virtud de entrar por la vista y venderse con facilidad. No hace falta empatía ó compasión para comprar una historia falsa sobre un superficial personajillo. Son tan de usar y tirar como una toallita húmeda. Y todo para alimentar a la máquina cometodo que hace tiempo pusimos en marcha y que ahora aparentemente no se puede ni quiere parar.

jueves, 5 de marzo de 2009

Desbocamiento


Los mass media, los políticos y los directores de sucursales bancarias están de acuerdo (probablemente porque todos ellos siguen la misma consigna): hay que volver a confiar en el sistema financiero y, sobre todo, fomentar el consumo para que las aguas vuelvan a su cauce. Yo, para los asuntos de economía soy absolutamente lego. Pero no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que, si después de resucitar in extremis a un infartado, se le sigue manteniendo la dieta de coñac y habanos previa a su incidente, la cosa no tardará en desbocarse de nuevo. En vez de proponer cambios sustanciales, están instando a la sociedad a que recupere los hábitos que han conducido a la crisis. El sistema del País de la Jauja al que nos hemos venido acostumbrando en los últimos tiempos no está automantenido; ni tan siquiera es un sistema disipativo, que a costa de un enorme intercambio de materia/energía se mantiene homeostáticamente lejos del equilibrio. Es más bien un reflejo del après moi, le déluge que dicen que profirió Luis XV en un momento de lucidez.