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miércoles, 17 de julio de 2019

Ostracismo


         
                        Apenas salgo del restaurante donde almuerzo en alguna ocasión y ya noto una nueva vibración del móvil (la primera, esperada, ha tenido lugar cuado he hecho uso de la tarjeta de crédito). Miro el aparato y leo un banner de Google: did you like Ca la Fulaneta? rate this restaurant! Por un momento mis dedos se acercan a las estrellas ponderativas, pero en seguida se hacen atrás. Ya sé que los grandes números, por lo que hace a la opinión de las masas, pueden ayudar en ocasiones a los individuos. Pero .... ¿qué pinta Google en todo esto? Y al punto recuerdo el caso de Sócrates, condenado a muerte por obra y gracia de un mecanismo similar. Por votación anónima el pueblo de Atenas decidió que las enseñanzas de Sócrates corrompían a la juventud y se libró entonces al notable filósofo a la dura ley de la polis. En nuestras modernas democracias repetimos con excesiva facilidad el mismo mecanismo. He escrito ya muchas veces que no debemos confundir la universalidad de los votos y la igualdad de derechos de toda la ciudadanía con las opiniones particulares de cada individuo. Todos los votos valen lo mismo pero ¡no todas las opiniones! Puntualizo: para valorar un restaurante no hace falta ser especialista; ya lo sé. Pero cada vez que Google nos pregunta algo supuestamente inocente compramos más números para acabar participando de la tómbola de Solón. ¿Por qué no nos preguntan si creemos que Facebook y Twitter alienan a la juventud?? Ca la Fulaneta: he comido muy bien pero no pienso ponerlo por escrito en la red.