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martes, 15 de agosto de 2023

Post-cinematografías (iV): Vaivenes


La trayectoria vital de Jacques Hulot bien podía ser considerada como la opuesta de la que había caracterizado la vida de su famoso abuelo, quien, comenzando desde una modesta -aunque siempre alternativa- posición, y siguiendo el camino en los lindares del sistema -rozando incluso lo anti-sistémico- había llegado a consolidarse dentro del sistema (sin abandonar por eso su eterno despiste crónico). El abuelo de Jacques, en efecto, había comenzado a ganarse la vida como cartero repartidor a quien todos consideraban una buena persona, aunque un ineficiente trabajador. Acabó superándose, sin embargo, lo que le permitió disfrutar de unas vacaciones pequeñoburguesas en un modesto hotel de playa en donde desafió las leyes de la gravedad, ignoró la falsa seriedad de los mensajes de los políticos, se identificó con lo ajeno al poder y las buenas costumbres (turistas inglesas, esposos-víctima franceses y algún que otro representante). Antes de tener hijos -a una edad considerada provecta a tal fin- tuvo una relación de abierta camaradería con su sobrino, relación vista con malos ojos por su cuñado Arpel quien, celoso de los secuestros que según él lo alejaban de su hijo, consiguió enviar al pernicioso tío a un empleo en una provincia lejana. Allá, el abuelo de Jacques empezó a pensar que quizás era mejor dar un sentido más práctico a su vida. Decidió volver a París y buscó trabajo en la metrópoli, ahora convertida en la Alphaville que mostraba Godard en su filme. Como acabó cansado de la vida supuestamente moderna de la época volvió a provincias y allí triunfó en una empresa de vehículos como ingeniero-diseñador. Cuando finalmente se jubiló, el abuelo de Jacques no pudo por menos que, volviendo a sus orígenes, situarse en las orillas de la sociedad y a tal fin se enroló como presentador en una compañía de circo. Su hijo -el padre de Jacques- tuvo una vida más estable. Trabajó siempre en el sector de servicios: primero como ayudante de administrativo de 2ª, después como ayudante de administrativo de 1ª, después como administrativo de 2ª, para seguir como administrativo de 1ª …. Y así sucesivamente hasta ser director de todos los administrativos de su sector. Fue lo que se dice un ascenso lento, metódico, y un tanto aburrido. Entre tanto aburrimiento tuvo tiempo para cortejar y formar una familia, que pronto aumentó su número, ya que Jacques nació a los diez meses y medio del matrimonio. El pequeño fue creciendo feliz y estimado, si bien pronto tuvo que compartir la estima de sus progenitores con una hermana, y más adelante con otro hermano y al final con unos gemelos que resultaron ser bastante gamberros. Jacques fue siempre educado en la conveniencia de la frugalidad, el ahorro, las costumbres moderadas, el trabajo constante y la vida tranquila. Fue por ello por lo que eligió la profesión de registrador de la propiedad, superando las eventuales oposiciones un año después de acabar su carrera universitaria de leyes. Al principio, Jacques destilaba una clara sensación de plenitud de vida, que se iba afianzando a medida que su familia y sus documentos registrales crecían. Cuando su esposa se quedó embarazada por tercera vez, Jacques tuvo una experiencia epifánica. Después de asistir -por compromiso hacia un cliente que le había regalado las entradas más que por deseo propio- a una función de la compañía de Pina Bausch, a Jacques el mundo se le vino abajo. Las repeticiones, el errar, la variedad de relaciones humanas, la poesía, en suma, que Jacques percibió en Café Müller, con su lento, estático y a veces azaroso, pero siempre firme avance, le llegaron al alma y transformaron su existencia. En adelante fue incapaz de concentrarse en su trabajo, que empezó a considerar como el más aburrido sobre la capa de la Tierra, incapaz de pensar barajando los términos que hasta entonces habían guiado su vida. Consciente de la necesidad de alimentar a su familia, sin embargo, no abandonó su bufete, sino que más bien lo dejó en manos de sus ayudantes, decisión usualmente -también en este caso- poco recomendable. Jacques se arruinó y fue socialmente excluido, pero tuvo mucha más suerte que la media de mortales, ya que su esposa, que estaba más enamorada de él que de su circunstancia, consintió en abandonarlo todo y seguirlo, junto con su prole, cuando se enroló en el Cirque du Soleil