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domingo, 14 de abril de 2013

Música Mecánica


        La fijación de una obra que se desarrolla en el tiempo en un soporte tal que nos la pueda devolver idéntica cuantas veces queramos es un hallazgo que corre parejo a lo que se suele llamar espacialización del tiempo. Si la propia música define una relación entre el tiempo y la conciencia, la fijación de una interpretación musical nos sella y delimita toda una serie de posibilidades inmanentes en la partitura. Así como el cine es un arte chronique que ha cristalizado, o se ha fijado como un insecto atrapado en el interior de una pieza de ámbar, y su ethos particular consiste precisamente en esta fijación (ni el guión ni las fotografías de un film forman parte de su esencia más profunda), la fijación de una interpretación musical concreta, por más que dicha interpretación nos satisfaga ó sea más universal, llega a erigirse como la obra en sí. Los primeros medios históricamente capaces de fijar una interpretación fueron los reproductores mecánicos, desde las cajas de música, órganos de barbarie y organillos hasta las pianolas. Las reproducciones que ofrecían estos medios eran esencialmente faltas de flexibilidad y con un fraseo rígido –lo cual constituye, sin duda, parte de su encanto-. Cuando aparecieron el gramófono y, más tarde, el magnetófono fue posible capturar una interpretación “humana” (a pesar de que las grabaciones fueron nombradas como “música mecánica” durante muchos años). El logro se pagaba, por eso, con un precio, que consistía en la aparición de un público de “música enlatada” que corría el riesgo de ir perdiendo contacto con la realidad musical física de un concierto en vivo. La fijación de las interpretaciones también fue utilizada por algunos compositores para consolidar versiones exentas de “vicios” de directores, instrumentistas y cantantes-vedette (así Stravinsky, quien se apresuró a cambiar los esfuerzos hechos hasta el momento en tal sentido alrededor de la pianola por la grabación de versiones de sus obras dirigidas por él). Desde sus inicos, sin embargo, la industria de las grabaciones ha gravitado alrededor del star-system y los intérpretes-vedette, independientemente de la calidad de sus interpretaciones. Algunos intérpretes (Sergiu Celibidache) tenían alergia a las grabaciones y nos han dejado muy pocas, mientras que otros (Glenn Gould) tenían alergia a la interpretación en vivo y nos han inundado de ellas (los dos han devenido, a pesar de ello, mitos). Un aspecto interesante del mundo de las grabaciones consiste en su análisis hermenéutico y la historia de modas y modos interpretativos. O la conjunción del máximo número de perspectivas en pos de la riqueza aperspectivista.