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miércoles, 8 de abril de 2020

Marne




                   Cuenta el poeta Jean Cocteau que cierto día del mes de agosto de 1914 fue de excursión a orillas del Marne en compañía de Paul Morand. Mientras regresaban a París se percataron de que algo había sucedido porque los caminos estaban llenos de militares y de agitación. Francia acababa de declarar la guerra a Alemania en lo que eran los inicios de la I Guerra Mundial. Cocteau explica que aquel pequeño automóvil no los había llevado a una excursión dominical, sino que los había conducido en realidad a una nueva época. Nuestra crisis actual no permite el aislamiento de los paseos por el Marne: todo el planeta esta virtualmente ocupado por la epidemia. Aunque por otro lado puede también parecerse al coche de 1914: podemos aparecer en realidad en una nueva época. Esta supuesta nueva época no sería tanto la consecuencia de la crisis, como su catarsis. Las redes están estos días llenas de reflexiones al respecto. En general hacen referencia al futuro inmediato y a los aspectos mas exotéricos (que no por ello dejan de ser relevantes) de toda la cuestión. Así, Y.N. Harari nos previene sobre una temible consecuencia directa de la crisis: que pueda llegar a ser una puerta abierta para que los ciudadanos sean aun más controlados de forma continua en sus movimientos, estado de salud,... a la vez que reclama una comunidad planetaria que gestione la crisis. En parecidos términos se expresa el todavía agudo a pesar de sus 99 años E. Morin en un reciente escrito. Pero la nueva época a la que yo apunto no es meramente sociológica ni política - que también tienen su tasa cada uno de estos campos-. Los aspectos mas diversos de cualquier época vienen dados por su weltanchaaung, el llamado espíritu de la época, su cosmovisión. Hemos estado concediendo a la postmodernidad la categoría no ya de época sino de estado definitivo: una especie de anti-época donde gracias a la ciencia se ha alcanzado un punto de vista absoluto, objetivo y no mediatizado, lo que el filósofo estadounidense H. Putnam denominaba "la perspectiva de Dios". Y esta especie de detención de la evolución no evolución genética sino mas bien noética- nos ha llevado a un lugar muy poco estable que nos esta asfixiando por momentos. Este lugar es naturalmente movedizo porque no se asienta en ninguna estructura sólida. Las anteriores estructuras sólidas se acabaron fundiendo y el magma transformador resultante todavía no ha solidificado en una nueva estructura estable. Algunas de las reflexiones que se mueven estos días sugieren que la humanidad debe aprender de sus errores y que ahora tenemos la oportunidad de ser mejores. Estoy convencido de que la tibieza moral y la inconsciencia social no son el fruto de una elección sino de un contexto y de una (falta de) estructura profunda. Aunque nuestra cosmovisión va cambiando y se va re-situando el proceso es extremadamente lento. Sólo cuando una parte significativa de la humanidad (empezando por aquellos que tienen más poder e influencia -no solamente político o económico-) haya migrado su estructura mental profunda será cuando la nueva época estará vigente. Para que esto suceda es necesaria la evolución del sistema planetario y de cada una de sus partes. A una muy buena parte del poder -ahora sí económico y político- la involución que ha sufrido la población en las últimas décadas le ha generado pingües beneficios y es por ello que no se ha hecho nada por evitarla, enarbolando siempre la bandera de la “corrección política” y la peligrosa política del mercantilista “me gusta”. En los años noventa todavía era posible leer en la prensa general reseñas culturales serias para un público amplio, cosa que ha ido en franca retirada. Una gran mayoría de la ciudadanía entiende todavía el concepto de una nueva época como la de unos nuevos contenidos de la mente en vez de una nueva forma de pensar. Insisto: la Modernidad empezó a sacar la cabeza en el XV, nació en el XV, culminó en la segunda mitad del XVIII, empezó a tambalearse a principios del XX y dejó de ser efectiva de facto durante el último tercio del XX. Lo que nos ha quedado es su cadáver, que nos negamos a enterrar, no por olvidarle sino por honrar a nuestro antepasado. La Ilustración, culminación y joya de la Modernidad, pecaba de algo ahora imperdonable: el etnocentrismo. Y ello no es imperdonable por “corrección política” hueca sino por limitación de la visión. He dicho en otras ocasiones que Oriente es el complemento dialéctico de Occidente y viceversa. Si Oriente ha progresado por incorporación de las ideas de Occidente el único camino que le queda a Occidente para progresar consiste en incorporar las ideas de Oriente. Y no me refiero a las formas y apariencias que el New Age nos sigue proponiendo sino algo más profundo. Estas ideas ya están subyacentes en el arte, la filosofía y buena parte de la ciencia del último siglo. Estas disciplinas no han descubierto contenidos que hayan arrastrado hacia nuestra mente, sino que han inventado cosmovisiones que han ido modelando nuestra forma de pensar. Aunque esto no se logre en un día, por terrible que esté siendo la pandemia. Si no otra cosa, el virus está haciendo disminuir -que no desaparecer- la carga de estupidez involutiva y nos brinda una pausa reflexiva que puede contribuir a acelerar los procesos mencionados, junto con la crisis económica que se nos avecina.

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Nos dices en tu extensa entrada “Este lugar es naturalmente movedizo porque no se asienta en ninguna estructura sólida. Las anteriores estructuras sólidas se acabaron fundiendo y el magma transformador resultante todavía no ha solidificado en una nueva estructura estable. Algunas de las reflexiones que se mueven estos días sugieren que la humanidad debe aprender de sus errores y que ahora tenemos la oportunidad de ser mejores.” Por lo tanto, la humanidad va pasando de unas épocas a otras, y quizás ahora estamos en un momento de cambio. Coincido contigo en que será un cambio muy lento, pero esto no es original, siempre ha sido así. El quid de la cuestión es si será un cambio a mejor. Cuando dices “Una gran mayoría de la ciudadanía entiende todavía el concepto de una nueva época como la de unos nuevos contenidos de la mente en vez de una nueva forma de pensar.” Quizás sea cierto, pero yo creo que la mayoría de ciudadanos acostumbra a reflexionar poco, muy poco, y muy a corto plazo. Y a veces de manera sorprendente. Los partidos ultranacionalistas siguen sumando votos en países de la UE, y ésta no está ofreciendo una imagen de unidad en este momento de crisis, más bien se repite el fatal enfrentamiento norte-sur. Los políticos no están a la altura, una vez más. ¿Optará la humanidad por un futuro controlado por los gobiernos, restringiendo libertades argumentando mejor seguridad y salud para todos? ¿Preferirá autogestionarse para evitar vivir bajo un Gran Hermano? Pues habrá de todo, y ahora no sabemos hacia dónde se decantará la elección en una mayoría de ciudadanos.
Seguimos opinando desde un nuevo Weltanchauung

fp

carles p dijo...

Muchas gracias, fratello, por tus comentarios! Tens més raó que un sant!!
fp